Cómo viajar con tu bici en avión
Todo lo que necesitas saber para que tu bici llegue sana y salva cuando tengas que viajar con ella en avión.
Pierde el miedo a viajar con tu bici en avión
¿A qué cicloturista no le gustaría pegarse unas vacaciones recorriendo los Alpes o participar en las marchas que transitan por los tramos de pavés y los muros de las clásicas belgas? Pero cuando preguntas por ello, entre otras razones, lo que echa para atrás a muchos es el tener que viajar con su bici en avión con la fama que tienen los aeropuertos de tratar el equipaje sin miramientos.
Sin embargo la realidad no es tan negra como la pintan. Salvo para personas que viajan a menudo en avión, los problemas con el equipaje suelen ser anecdóticos, aunque veamos de vez en cuando publicaciones de ciclistas profesionales que han tenido problemas al desplazarse con sus bicis.
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Si además protegemos nuestra máquina adecuadamente, las posibilidades de que nuestra bici sufra daños durante el desplazamiento resultas mínimas.
Bien protegida
El primer paso a la hora de viajar con la bici es contar con una maleta de calidad que permita llevarla bien protegida. Encontramos diferentes modelos en el mercado.
Las a priori más seguras son las maletas completamente rígidas que cuentan con un interior acolchado en el que colocar la bici. Ofrecen el mayor nivel de protección pero a cambio exigen desmontar varias piezas de la bici como tija de sillín o manillar lo que puede resultar un problema por tener que volver a colocar todo al milímetro para mantener la posición correcta en la bici y, con las bicis actuales, por el guiado interno de los cables a través de la dirección que puede complicar o incluso hacer imposible la labor. También cuentan con el inconveniente de ser, con diferencia, las más caras.
Bajando un escalón encontramos maletas de tejido resistente tipo cordura que cuentan con un generoso acolchado y una estructura interna para fijar la bici en su interior. Este tipo de maletas ofrecen un muy buen equilibrio entre una protección razonable, ocupar poco espacio cuando no las utilizamos y un precio razonable. De hecho, son el tipo de maleta que habitualmente emplean los corredores profesionales ya que, dependiendo de la marca, incluso se puede colocar la bici sin tener que desmontar nada más que las ruedas, algo importante para ellos que llevan una posición en la bici milimétrica.
Por último están las bolsas ligeras, que cuentan con un ligero acolchado y habitualmente están concebidas para viajar con la bici en el coche sin manchar nada y no para facturar en el avión. Sin embargo, tomando algunas precauciones y protegiendo especialmente algunas zonas de la bici nos pueden servir perfectamente para viajar en avión.
Por último, si no tenemos acceso a una de estas bolsas o maletas, una solución sencilla es acudir a una tienda de bicis y pedir una caja de cartón de las que utilizan las marcas para enviar las bicis. Al igual que ocurre con las bolsas ligeras, protegiendo adecuadamente ciertas zonas de la bici y precintándola correctamente pueden sacarnos del apuro ante un viaje puntual.
A la hora de embalar una bici para viajar el lugar más frágil son las punteras tanto de la horquilla como del cuadro. Habitualmente, cuando las bicis viajan desde las fábrica a las tiendas se incluyen unas piezas plásticas que encajan en ellas y evitan que se puedan aplastar una contra otra en un esfuerzo para el que las fibras de los cuadros no están preparadas. Si tu cuadro tiene frenos de disco el propio cierre pasante puede hacer esa función, aunque deberemos colocar un trozo de poliestireno, el típico corcho blanco entre medias de las patas de la horquilla o del cuadro.
Otro punto especialmente sensible es el cambio y la patilla de anclaje. En este caso, lo más recomendable es desenroscar el cambio del cuadro y envolverlo en papel de burbuja.
En el caso de las ruedas lo mejor es recurrir a unas fundas específicas acolchadas. No son caras y funcionan mejor que cualquier invento casero que podamos hacer.
Remataremos el trabajo cubriendo de plástico de burbujas manillar, los tubos principales del cuadro y colocando trozo de cartón o de poliestireno entre las piezas que puedan estar en contacto para evitar roces y otros posibles daños.
En el caso de usar una caja, concluiremos precintándola con cinta de embalar, de forma generosa que podemos rematar utilizando los servicios de precintado que suele haber en los aeropuertos y que, por unos pocos euros, nos forran completamente la caja o maleta con film transparente.
Sin sorpresas con las tarifas
A la hora de transportar bicis y otros equipajes especiales cada compañía ofrece diferentes condiciones. Conviene revisarlas antes de adquirir el billete ya que en algunos casos, pueden suponer un importante sobrecoste.
Como ejemplo de compañías habituales en nuestro país, Iberia cobra 50 € por bicicleta en trayectos cortos y medios, y la incluye de forma gratuita en vuelos de largo radio. En Air Europa ese precio por transportar la bici asciende a 75 €. British Airways incluye la bici como parte del equipaje facturado aunque impone la obligación de notificarlo al menos 72 horas antes del vuelo.
Estos son sólo algunos ejemplos, pero lo mejor es acudir a la página web de la compañía e informarse de las condiciones particulares.
Llegar con tiempo de sobra
Dependiendo del aeropuerto, facturar la bici puede ser muy sencillo o tremendamente engorroso. En nuestros viajes nos hemos encontrado aeropuertos totalmente amables con el ciclista como Palma de Mallorca donde el proceso es muy rápido y otros como Tel Aviv donde tuvimos que desembalar completamente nuestra bicicleta por razones de seguridad.
Ante la duda es mejor llegar con tiempo extra ya que, en el mejor de los casos, nos va a tocar esperar a que un auxiliar nos acompañe hasta la cinta de equipajes especiales donde depositar nuestra bici.
Un tiempo con el que también tendremos que contar en el destino ya que las bicicletas y otros equipajes voluminosos suelen salir por una cinta especial, diferente a la que se utiliza para recoger el resto maletas que llevemos.
Como os comentábamos al principio, los incidentes de equipajes dañados son escasos y, en caso de nuestra bici, si la protegemos adecuadamente es muy complicado que esta sufra daño. Evidentemente podemos tener mala suerte, ahí ya es cada uno quien ha de valorar el nivel riesgo que esté dispuesto a asumir.