El 'efecto kétchup' de Van Aert en el Giro: "Seguimos agitándolo hasta que salió"
En declaraciones tras la conclusión del Giro de Italia 2025, Wout van Aert ha encontrado el símil perfecto para describir su temporada. Una campaña en la que nada parecía estar saliendo hasta que, finalmente, el belga ha podido demostrar toda la clase que aún atesora volviendo a ser decisivo en la victoria de un compañero en una gran vuelta. Sin duda, Simon Yates le tiene que agradecer un buen pedacito de Giro de Italia.
Wout van Aert se reencuentra en el Giro de Italia
Este 2025 era para Wout van Aert una temporada crítica. Tras las graves lesiones que sufrió el año pasado, una minitemporada de ciclocross discreta pero con alguna actuación memorable hacía pensar que el belga podría estar de vuelta a su mejor nivel. Centró todo su inicio de campaña en rendir a tope en Tour de Flandes y París Roubaix, pero las cosas no salieron.
Comenzando desde la Dwars door Vlaanderen donde no pudo rematar una situación de mayoría numérica de su equipo en el final de la carrera, un Flandes donde estuvo hasta el final con los mejores aunque sin dar sensación de poder proponer un movimiento ganador ante la superioridad de Tadej Pogacar y Mathieu van der Poel; y una París-Roubaix donde desapareció a las primeras de cambio y, al igual que en Flandes, a pesar de todo le llegó para hacerse con el 4º puesto.
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Quedaban en su calendario otro par de carreras más antes de centrarse en ultimar su preparación para su debut en el Giro de Italia: Flecha brabanzona donde, pese a tener un gran día, nada pudo contra un inspiradísimo Remco Evenepoel y Amstel Gold Race en la que otro cuarto puesto empezó a hacer saltar las alarmas sobre la condición física de Wout van Aert.
Por si fuera poco, Wout van Aert llegada al inicio del Giro de Italia en Albania prácticamente descarándose para brillar en el comienzo a causa de una enfermedad que le había tenido prácticamente parado desde la disputa de la clásica de la cerveza, de hecho, apenas se vio a Wout van Aert en la primera semana, únicamente en el sprint de la primera etapa donde tuvo que conformarse con el segundo puesto frente a un Mads Pedersen que comenzaba a sumar.
“El comienzo del Giro fue una pesadilla para nosotros” afirmaba Wout van Aert tras concluir la Corsa Rosa en Roma. Sin embargo, no se rindió el ciclista belga de Visma-Lease a Bike. En la última etapa de esa primera semana, en el sterrato de Siena, sí salían por fin las cosas. Se agarraba al corte bueno del día y lograba llegar en cabeza junto a Isaac del Toro. Solo tenía que resistir los envites del mexicano en el muro final de Santa Caterina y hacer valer su habilidad sobre la bici en las curvas que llevaban a las Piazza de il Campo para lograr una fantástica victoria en Siena que acababa con una larga sequía.
A partir de ese día vimos a Wout van Aert filtrado en un buen número de fugas. Esas escapadas que se producen según avanza una gran vuelta y que van contando únicamente con ciclistas de gran calidad. Por el camino, se marcaba un perfecto lanzamiento en la etapa 12 para hacer ganar el sprint a Olav Kooij.
Sin embargo, aún le quedaba a Wout van Aert un papel clave que jugar. Vigésima etapa y se volvía a filtrar en la fuga del día, no buscando esta vez sus opciones en la etapa, prácticamente imposibles ante un coloso como Finestre sino como un movimiento táctico planeado en el autobús de Visma-Lease a Bike.
Se cortaba del grupo de fugados desde las primeras rampas del ascenso al Colle delle Finestre con la fuga casi 10 minutos por delante del pelotón. Subía a un excelente ritmo este durísimo puerto, apenas 3 minutos por encima del tiempo que emplearon los favoritos y arriba simplemente se dejaba caer hasta ser atrapado por un fantástico Simon Yates que había coronado el puerto con apenas 1 minuto 40 segundos sobre la dupla Del Toro, Carapaz.
Hasta ese momento, pese a ser líder virtual, Simon Yates aún no tenía ni mucho menos ganado el Giro pero llegar hasta Wout van Aert supuso el punto de inflexión. El belga comenzaba a marcar ese ritmo destructor que hemos visto infinidad de veces en las clásicas en un ascenso a Sestriere idóneo para sus características y abría el hueco hasta una distancia insalvable que aseguraba la maglia rosa para Simon Yates.
“Es como una botella de ketchup. Cuando está casi terminada no paras de agitarla y no sale nada y, de repente, sale todo a la vez. Eso es lo que pasó con nuestro Giro” en clara alusión tanto a la evolución de su rendimiento como al desempeño de un Simon Yates que se había mantenido en un discreto segundo plano toda la prueba hasta esa vigésima etapa.
Aún tendría tiempo Wout van Aert de dejar una última perla en la etapa final en Roma con un nuevo lanzamiento para Olav Kooij que dejaba la victoria de etapa en bandeja para el sprinter de Visma-Lease a Bike, recibiendo además el premio final del Giro de Italia a la combatibidad.