Peso o Aerodinámica ¿qué es más importante en una bici?
El peso de las bicis siempre ha sido el elemento más valorado por los ciclistas y continúa siéndolo pese a que los ingenieros nos insisten desde hace ya unos cuantos años en que es mucho más sencillo obtener mejoras de rendimiento de la mejora aerodinámica que de la reducción de unos gramos. Te explicamos como influye cada uno.
Ganancias no tan marginales
Todos sabemos que para mejorar sobre la bici no queda otra que entrenar duro y cuidarse a conciencia. Sin embargo, más allá de esto, y el tremendo esfuerzo que supone siempre está la búsqueda de otros caminos que nos supongan mejoras gratis.
Tradicionalmente, el peso ha sido la obsesión de los ciclistas. Más allá del peso del propio ciclista, principal punto a trabajar por los que no nos dedicamos profesionalmente a esto, las bicis han sido afinadas hasta tal límite que la UCI tuvo que fijar un límite inferior, fijado en 6,8 kg para evitar que la rebaja de peso de las bicis se fuera de las manos hasta niveles que pudieran comprometer la fiabilidad de las bicis.
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A todos nos suenan imágenes de manetas y platos taladrados por sus usuarios para arañar cada gramo, o recurrir a componentes exóticos para conseguir una mínima reducción en la cifra que marca la báscula.
Pese a que todavía se sigue realizando el gesto de sopesar la bici para valorar si se trata de una buena máquina, en la última década la tendencia ha cambiado con el desarrollo de la aerodinámica, un aspecto que parece cosa de brujería por no ser tan perceptibles sus efectos pero que, números en mano, posibilita muchas mayores ganancias que las aportadas por la reducción del peso de la bici.
De hecho, los kilos han quedado en los últimos años en un segundo plano. La incorporación de los frenos de disco a las bicis o de características aerodinámicas como los cableados totalmente internos han traído consigo un aumento del peso medio de las bicis que las ha alejado del límite UCI que no hace tanto, parecía que se iba a quedar obsoleto. En la actualidad, ni las bicis de los profesionales llegan a apurar este límite cuando, no hace tanto tiempo, los mecánicos de los equipos se veían obligados a lastrar las bicis para cumplir con el mismo.
Sólo para las subidas
La tradicional importancia que ha tenido el peso en el ciclismo se debe a la importancia que las subidas han tenido en el desenlace de las carreras. En este terreno, la famosa relación W/Kg que pone en proporción la potencia que es capaz de generar el ciclista con la masa que tiene que desplazar, se torna crucial al tener que vencer la fuerza de la gravedad.
Sin embargo, distintos estudios de campo han dejado a las claras que si bien el peso del ciclista juega un papel importante al tratarse de cifras tangibles que pueden suponer muchos vatios de diferencia cuando se asciende, en especial cuando las pendientes superan el 8%, no hablemos ya cuando nos enfrentamos a duros muros, el apenas 1 kg de diferencia que se pueden presentar entre dos bicis de gama media/alta apenas supone un cambio de unos pocos segundos, y siempre hablando de ascensiones con una pendiente ya importante.
En la mayoría de las subidas, esas que son tendidas y constantes, las diferencias achacables al peso son prácticamente despreciables y, a menudo, por la velocidad a la que se afrontan estas ascensiones, más de 20 km/h, hacen que la aerodinámica pase a cobrar más importancia en el rendimiento que el peso.
Atravesando el aire
Cuando pedaleamos en bici estamos atravesando el aire, un fluido de una densidad determinada que se opone al avance. La misión de la aerodinámica es encontrar la forma en la que se pueda atravesar el aire con la menor resistencia posible.
Pese a que muchos nieguen los efectos de la reducción de la resistencia al viento, ya que a menudo son el resultado de una suma de pequeñas ganancias y, por tanto, sean difícilmente cuantificables por el común de los ciclistas, prácticamente todos nos aprovechamos de ella siempre que podemos.
La mayor expresión de la ganancia aerodinámica es algo tan común como ir a rueda del ciclista que nos precede. El que va delante tiene que romper la tensión superficial del fluido, mientras que quien va a rueda ha de realizar mucho menos esfuerzo al aprovecharse del vacío que queda tras el paso de quien abre camino y, a su vez, tener que atravesar un fluido cuyas partículas están ya “rotas”
Prácticamente cualquier elemento que tenga que atravesar el aire tiene influencia sobre la aerodinámica y sobre muchos aspectos podemos actuar para provocar una mejora sin que ello tenga influencia en otros parámetros.
El primero de ellos es la posición sobre la bici, tratando de ofrecer el menos área frontal, la cantidad de conjunto bici/ciclista que ha de atravesar el flujo de aire, posible. Esto se consigue con una posición más compacta, lo que implica que el ciclista se sitúe lo más horizontal posible, y más estrecho, algo que se consigue, por ejemplo, con los cada vez más populares manillares de ancho reducido.
La ropa es otro aspecto esencial, tratando de que esta quede lo más ceñida posible al cuerpo evitando pliegues que puedan producir turbulencias en el flujo de aire, ya no hablemos de la enorme mejora respecto a quienes llevan prendas sueltas.
Más allá de eso ya tendríamos que acudir al material específico. Casi todas las bicis actuales tratan de añadir mejoras en este aspecto en mayor o menos medida. Luego están las bicicletas de claro corte aerodinámico que priorizan claramente este parámetro con contundentes perfiles en sus tubos y ruedas y componentes también claramente aerodinámicas.
En todo caso, las ventajas individuales que ofrecen los componentes aerodinámicos son pequeñas por sí solas, siendo la suma de varias y su interacción lo que realmente llega a suponer una diferencia.
Es importante este último aspecto ya que, por ejemplo, un casco puede ser muy aerodinámico para un determinado ciclista y muy poco para otro con una posición distinta sobre la bici, es por ello que acertar con el camino no sea algo tan sencillo como simplemente restar gramos.
¿Con qué nos quedamos?
Como siempre, depende. Evidentemente, si somos un ciclista menudo y nos movemos habitualmente por terreno montañoso, para nosotros cobrará más importancia el parámetro del peso. En todo caso siempre incidiendo más sobre el peso corporal que el de la bici. Es irónico ver ciclistas gastando ingentes cantidades de dinero en rascar unos cientos de gramos de la bici cuando claramente les sobran 4 o 5 kilos.
Sin embargo, en el terreno en el que se mueven la mayoría de los ciclistas: llano y subidas más o menos tendidas, la aerodinámica se torna fundamental y puede ofrecer un buen ahorro de vatios. Evidentemente, aquí el primer paso sería en comenzar por afinar la posición sobre la bici antes que recurrir a material específico.
Claro está, que si vamos a cambiar de bici, nuestra decisión debería tener en cuenta qué parámetro deseamos priorizar. Si la gran mayoría de nuestros recorridos se realizan por terreno llano, seguramente nos compense sacrificar unos cientos de gramos y optar por un modelo de corte aerodinámico pese a que no podamos presumir tanto de bici cuando nuestros compañeros de grupeta hagan el gesto de sopesar nuestra bici.