Por qué Pogacar ataca sentado
La peculiar forma de atacar que ha mostrado Tadej Pogacar durante este Tour de Francia y que ya empezó a utilizar en las clásicas supone una pequeña revolución en el pedaleo del ciclista que tiene unas razones muy bien fundamentadas que se resumen en una palabra: efectividad.
Los demoledores ataques de Tadej Pogacar sin levantarse del sillín prometen crear escuela
Realizar cambios de ritmo duros sin levantarse del sillín en realidad no es algo nuevo en el ciclismo. En disciplinas como el ciclismo en pista o la mountain bike son algo habitual y, en el pasado, también ciclistas de carretera, han empleado esta técnica. Sin embargo, lo realmente atípico es que sea aplicada por un ciclista de complexión tremendamente delgadas y con unas tremendas dotes para la escalada como es Tadej Pogacar.
El motivo para hacerlo así es muy simple, eficiencia. Si bien es cierto que cuando uno se pone de pie sobre los pedales y lanza un ataque, el súbito chorro de vatios que llegan a los pedales se transforma en una aceleración violenta. Sin embargo es una posición que rápidamente muestra su ineficiencia ya que supone aumentar tanto el consumo de oxígento al tener que implicar a músculos de todo el cuerpo que no es posible mantener la aceleración durante más de unos pocos segundos.
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El ciclismo profesional no es salud
Atacar sentado permite hacer ataques más largos y sostenidos que dan más opciones de hacer explotar al rival y que ceda de la rueda pero, claro está, siempre que se mantenga una aplicación de potencia similar a la que ejercería estando de pie.
En este punto es donde entra, no sólo el talento de Tadej Pogacar, sino un entrenamiento muy específico para lograr esos enormes aportes de potencia sin tener que levantarse del sillín o haciéndolo durante muy poco tiempo, únicamente para la aceleración inicial del ataque.
Un estilo que empezó a fraguarse a comienzos de 2024 cuando Javier Sola se hizo cargo de los entrenamientos de Tadej Pogacar. El entrenador español comenzó a hacer especial énfasis en el entrenamiento de fuerza como camino para hacer mucho mejor de lo que ya era a Tadej Pogacar. Un trabajo con el que se buscaba inicialmente adaptar la morfología del esloveno a las clásicas de primavera.
Gracias a este trabajo de gimnasio, no sólo de ganar fuerza para impulsar la bici sino también de los músculos estabilizadores que le permiten mantener el equilibrio del cuerpo cuando se va al límite y cambios como la elección de bielas más cortas con las que lograr una posición más agresiva y una mayor agilidad de pedalada, Tadej Pogacar ha logrado trasladar esa fuerza necesaria para las clásicas a las grandes vueltas con efectos absolutamente demoledores. Sobre todo porque logró mantener la fuerza ganada de cara a las clásicas a la vez que perdía peso con sus intensos entrenamientos para el Tour de Francia. Es decir, el santo grial del ciclismo: más vatios y menos peso.