Rodar solo vs rodar en grupo: qué gana y qué pierde tu entrenamiento
Pedalear junto a otros es gran parte de la salsa del ciclismo sin embargo, rodas acompañados no es siempre lo más conveniente dependiendo de cuál sea nuestro enfoque de montar en bici y cuáles nuestros objetivos. Todo dependerá de si vemos la bici desde un punto de vista meramente lúdico en el que lo único importante es pasar una mañana pedaleando y disfrutando de la actividad o bien si buscamos el máximo rendimiento sobre la bicicleta. Enfoques ambos válidos, con un sinfin de grises entre medias y que para nada son excluyentes. Veamos que es lo que más nos conviene.

Sólo o acompañado, todo depende de cómo veas el ciclismo
Salir a montar en solitario o en compañía es una de las dudas que a menudo acecha al ciclista quien en la mayoría de ocasiones opta por una decisión visceral en vez de plantearse si le conviene. Y es que el ciclismo es un deporte con una gran componentes social y, salvo una minoría que encuentra el pleno disfrute de la bici en la soledad del pedaleo: ellos, su máquina, la carretera o la montaña y nada más que el esfuerzo; la gran mayoría suele preferir la compañía de otros para pasar una agradable mañana a lomos de nuestras máquinas de dos ruedas.
Si bien esto es lo que se suele preferir, no siempre resulta lo más adecuado, especialmente para aquellos que se tienen que ceñir a un plan de entrenamiento ya que en su cabeza piensa en varios meses más adelante y el trabajo bien realizado ahora será el que determine su rendimiento cuando lleguen esos objetivos marcados en rojo en la agenda, ya sea una determinada competición o simplemente esas vacaciones en Alpes, Pirineos o cualquier destino ciclista de primer orden.
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Y es que, precisamente, el condicionante de cumplir el plan de entrenamiento previsto para aquellos que priorizan el rendimiento en la bici suele ser el principal determinante a la hora de decidir si conviene montar solos o en compañía. Quién únicamente monta en bici sin más pretensión que el mero hecho de montar en bici directamente ni se planteas que salir solo o acompañado pueda tener alguna incidencia, únicamente, como explicábamos antes, el caso de aquellos que prefieren utilizar esas horas de pedaleo para desconectar de todo y prefieren la soledad.
Nos vamos a centrar por lo tanto en aquellos que buscan el mayor rendimiento de sus pedaladas y en los pros y contras que puede tener para ellos el contar o no con compañía.
Respetar el plan de entrenamiento
Uno de los principios fundamentales del entrenamiento deportivo es la individualización, es decir, un plan de entrenamiento a de ser específico para un individuo y sus parámetros personales y fisiológicos. De entrada esto significa que, para hacer un buen entrenamiento sobre la bicicleta no quedaría otro remedio que entrenar en solitario.
No os vamos a engañar, la mayor parte del año, en especial cuando nos adentramos en el trabajo específico, es lo que toca. Es prácticamente imposible compartir un entrenamiento de intervalos, menos cuanto más intensos sean estos, con otra persona salvo que nuestro acompañante no siga ningún plan y se limite a agarrarse a nuestra rueda mientras dura cada intervalo y, a su vez, asuma tener que ir prácticamente parado cuando toca recuperar.

Sin embargo, en el entrenamiento de un deporte de resistencia como es el ciclismo, el factor aeróbico es esencial por lo que los largos rodajes para acumular kilómetros de volumen continúan siendo esenciales para el buen rendimiento. Un tipo de trabajo en el que no sólo es factible ir acompañado sino que, además, nos permitirá hacer mucho más amenas estas largas jornadas a ritmo constante y machacón.
Únicamente hemos de dejar claro a nuestros acompañantes que se trata de días de ritmo constante y relativamente bajo por lo que no es el momento para piques y que el ritmo lo marcan los vatios de la zona objetivo, es decir, es muy probable que las subidas se hagan a un ritmo muy lento y que, sin embargo, en los llanos y terreno favorable toque pedalear muy deprisa para mantenerse en el ritmo objetivo. En todo caso, será conveniente que nuestros acompañantes tengan un nivel similar, especialmente para que no se les haga largo y nos toque acabar bajando el ritmo, y por tanto perjudicando el entrenamiento.

En todo caso, cuando queramos ser acompañados en este tipo de entrenamientos, el grupo deberá ser lo más reducido posible y con las normas muy claras respecto al trabajo a realizar. Esto es algo que suele resultar imposible de cumplir en las grupetas de club donde todo suele ser anárquico. Los integrantes son muchos por lo que yendo a rueda apenas alcanzamos la zona de trabajo pero, en cada repecho, el ritmo se va por encima de cualquier umbral.
A colación del nivel de nuestros acompañantes, los días de recuperación también son un buen comodín para salir acompañados. Días en los que la duración de la salida no va a exceder de las 2 horas y el pedaleo va a ser tremendamente suave, cuánto más suave mejor, lo que nos permite compartir un día de bicicleta con gente de mucho menos nivel que el que podamos tener.
Salir de la zona de confort
Pese a que a la hora de cumplir con el plan de entrenamiento lo óptimo es entrenar en solitario, no son pocos los entrenadores que suelen dejar algún día de trabajo libre para salir con la grupeta. Una especie de simulación de carrera si atendemos a los piques que se suelen producir en las grupetas y que nos obligarán a exprimirnos para seguir el ritmo de los más fuertes, en ocasiones, más allá de lo que seríamos capaces de hacer en un entrenamiento en solitario.
Este tipo de salidas en grupo también resultan ideales desde el punto de vistas psicológico para ir valorando la evolución de nuestra forma además de para ganar confianza en nuestras capacidades o, por el contrario, si nuestro nivel sigue sin llegar como para estar con los mejores, para aprender a gestionar nuestras fuerzas minimizando pérdidas y aprendiendo como sacar el 110% de nuestras capacidades a base de inteligencia más que de piernas.

Aparte, estas salidas en grupo nos permiten romper con la rutina del trabajo estructurado, de no levantar la vista del ciclocomputador atendiendo a vatios, intervalos, recuperaciones, repetir sino que, simplemente, poder darnos el gustazo de pedalear sin condicionantes.
Más allá de lo meramente físico, salir acompañados también puede ser un buen complemento para nuestras habilidades técnicas. Bajar un puerto detrás de un compañero que lo haga mejor o descubrir trazadas en una trialera que ni habíamos imaginado pueden ser un buen aliciente para rodar en compañía de otros ciclista.
Pedalear acompañados y cumplir el plan es posible
Conociendo bien el terreno por el que nos movemos, si lo planificamos bien, podemos cumplir con el plan de entrenamiento previsto y, a la vez, poder disfrutar de pedalear acompañados.
Algunas ideas sería, si por ejemplo tenemos que realizar series, acudir a un puerto largo donde hagamos un intervalo y recuperemos bajando hasta regresar hasta nuestro acompañante y repetir. Mientras nuestro compañero iría haciendo el puerto a su ritmo para, arriba, nosotros haber terminado los trabajos que teníamos programados y él o ella alcancen la cima. En terreno llano se puede hacer de forma similar simplemente con que nuestro acompañante se agarre a nuestra rueda mientras hacemos nuestros intervalos, aunque en ese caso, le va a tocar sufrir seguramente aparte de tener que asumir el trabajo de tirar de nosotros cuando toque recuperar.

En todo caso, realizar los entrenamientos en solitario siempre será lo óptimo ya que absolutamente nada nos distrae de los objetivos pudiendo marcar los vatios exactos que tocan en cada tramo del entrenamiento aunque, eso sí, en muchas ocasiones pongan a prueba nuestra disciplina y capacidad psicológica.
Como siempre, en el término medio está la virtud por lo que si logramos un buen equilibrio entre los días que salimos a entrenar solos y los que que llevamos compañía nuestra motivación se mantendrá alta a la vez que los resultados de los entrenamientos se irán dejando notar.