¿Qué cambia en una bici de 10.000 € frente a una de 3.000 €?
Las gamas de los fabricantes de bicicletas se encuentran escaladas desde los primeros precios hasta los modelos estrella a fin de ofrecer montajes y prestaciones ajustadas a cada nivel de utilización, características de los usuarios a quienes van destinadas y necesidades de estos. Sin embargo, en muchas ocasiones vemos que las bicis tope de gama extienden sus montajes hasta la gama media. Aquí llega la pregunta que se hacen muchos ¿hasta donde merece la pena subir en la gama?

¿Necesitas una bicicleta top? Te explicamos las diferencias entre la gama media y los topes de gama
Conseguir ajustar las gamas de bicicletas para equilibrar los diferentes montajes y poder ofrecer a cada usuario lo mejor que las marcas tienen en sus catálogos y, a su vez, ajustar los precios para que resulten atractivos y lo más asequibles posible a un amplio número de ciclistas es un trabajo tremendamente arduo y farragoso que los jefes de producto de las firmas de bicicletas han de realizar año tras año, con duras negociaciones de por medio con los proveedores de componentes a fin lograr el mejor escalonado de las gamas.
Sin embargo, las diferentes opciones que se ofrecen en un determinado modelo de bici no sólo son una cuestión de buscar diferentes rangos de precios sino que también determinan el comportamiento y las prestaciones de una bicicleta.
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Cuando una bicicleta se lanza siempre nos fijamos en el tope de gama, el que copa las portadas de todas las publicaciones y que la marca utiliza como reclamo de lo que es capaz de hacer su ingeniería y capacidad de producción. Unas bicicletas en las que las marcas ponen lo mejor, comenzando por las fibras de carbono de la mayor calidad de su catálogo. Un concepto de calidad que suele significar fibras de muy alto módulo, aunque, en la actualidad, se emplea una mezcla de diferentes tipos a fin de lograr el comportamiento deseado por los ingenieros en cada punto de la bici.
En estos modelos tope de gama el laminado de las distintas fibras de carbono suele tener un único fin: rendimiento puro y duro. Esto significa que se buscan cuadros que sean tremendamente rígidos en el plano lateral, con un mínimo de absorción en vertical y, sobre todo, los más liviano posible lo que, junto a los montajes de primer nivel que suelen acompañarlos dan esas bicis con las que la mayoría soñamos.

Unos cuadros que las marcas suelen emplear en los dos o tres montajes superiores que se acompañan de los mejores grupos del mercado y unos componentes de primer nivel que incluyen ruedas de carbono, manillares integrados o por citar uno de los componentes de moda, sillines realizados con impresión 3D. Unos montajes de gama alta que suelen variar poco entre sí en lo que respecta a prestaciones, encontrándose la diferencia, sobre todo, en el peso extra que supone el escalado de los grupos y alguna pequeña diferencia de comportamiento debida a las ruedas elegidas para cada uno de los montajes.
Sin embargo, para extender esos modelos a la gama media las marcas suelen elaborar, sobre el mismo molde, un cuadro de segundo nivel, hay firmas que cuentan con hasta tres escalones. Obviamente, la forma del cuadro, lo que afecta a muchas de las cualidades dinámicas en lo que respecta a flexión de los tubos y, por supuesto, la aerodinámica de las bicis, tan importante hoy en día, se mantienen idénticos al cuadro tope de gama.

Pero, las similitudes sólo llegan hasta ahí. El carbono utilizado en estos segundos cuadros es de menor nivel, con una fabricación menos elaborada en lo que respecta al laminado y las resinas empleadas que sirven para abaratar el coste de fabricación de cada bastidor. No es tan sólo un aspecto de coste ya que las marcas también tienen en cuenta al usuario tipo de las bicis de gama más modesta.
Quien se compra una bici tope de gama suele buscar, como decíamos, las mejores prestaciones, las mismas de las que disfrutan los ciclistas profesionales. Unas prestaciones que, a menudo exigen el peaje de unas bicis más incómodas y críticas de manejar. Mientras, en la gama media hay que satisfacer a un público más amplio, normalmente con menos entrenamiento y para el que una bici ultrarígida puede resultar una tortura en apenas un par de horas de pedaleo.
Los carbonos de menor módulo proporcionan bastidores algo más flexibles que resultan más llevaderos para el común de los ciclistas sin renunciar a unas buenas prestaciones ya que un cicloturista no es capaz de generar la potencia de un profesional por lo que, en la mayoría de los casos no requiere tanta rigidez para conseguir un buen rendimiento. Eso sí, son cuadros ligeramente más pesados, en torno a unos 200 g, debido al tipo de carbonos utilizados y a la fabricación menos minuciosa.

En estas gamas es más común la aparición de componentes genéricos, aun firmados por el propio sello de componentes con que cuentan casi todas las marcas, que cumplen correctamente su cometido pero sin ser especialmente brillantes, sobre todo en lo que respecta al peso, primándose la fiabilidad por encima de otras cualidades.
Desde un montaje de primer precio de un determinado modelo hasta el tope de gama las diferencias de comportamiento pueden ser tremendamente notables comenzando por los derivados de la diferencia de peso que, si bien a ritmos constantes no se dejan notar demasiado, cuando realizamos cambios de ritmo se perciben al instante. Un aspecto también favorecido por la mayor rigidez de los cuadros tope de gama que se percibe en forma de aceleraciones casi instantáneas.
La conducción es otro factor que se deja notar entre extremos de los montajes. En el tope de gama la precisión y agilidad máxima suelen ser la nota dominante. Bicis que entran en curva con apenas una insinuación de manillar y cambian de inclinación para enlazar curvas con una facilidad pasmosa. Unas sensaciones dulces que, cuando descendemos a la gama media se suelen diluir por la menor rigidez de los cuadros lo que muchas veces nos obliga a poner más de nuestra parte a la hora de bajar rápido y que supone un mayor esfuerzo físico al ciclista.

En cualquier caso, todo esto que os contamos son diferencias genéricas y que estarán más o menos acentuadas dependiendo de lo que cada marca cuide su gama media, a menudo, la gran olvidada. Hay marcas que trabajan tremendamente bien los modelos intermedios lo que supone que sea muy difícil, incluso para un probador experimentado, percibir diferencias de comportamiento. Para lograrlo, estas marcas suelen contar con un buen nivel de componentes en la gama media lo que también supone que no sea tan media, con precios que se asimilarían a las gamas altas de otras firmas.
En el otro extremo encontramos marcas que centran todo sus esfuerzos en su montaje insignia, tremendamente efectivo, con un comportamiento delicioso y prestaciones top. Sin embargo en cuanto sales de ese modelo supercaro la calidad de los montajes y el rendimiento de estas comienza a dejar mucho que desear. Son marcas que suelen primar el ajustar al máximo los precios en sus escalones intermedios lo que muchas veces se traduce en gamas poco atractivas. Algo que ya depende, principalmente de la filosofía de cada firma y de, como decíamos antes, del trabajo de los jefes de producto a la hora de conseguir lo mejor de sus proveedores a los precios más ajustados.
Lo que sí hay que dejar claro es que las gamas existen para adecuarse a las necesidades de cada ciclista y, pese a que siempre se sueñe con tener la misma bici que nuestro ídolos a veces conviene parar y pensar si es lo mejor para la cantidad de kilómetros que hacemos o nuestro estado de forma.