La Vuelta a España 2023 apuesta por la montaña
Por fin se ha desvelado el recorrido de La Vuelta a España, la última de las grandes que faltaba por ser presentada y que plantea un interesante recorrido que, en algunos aspectos, rompe con alguno los mántras habituales de la prueba y que habitualmente son criticados por muchos aficionados al ciclismo. Tourmalet y Angliru deberían ser los jueces de la carrera si alguna de las muchas trampas que esconde su trazado no nos depara alguna sorpresa.
Terreno para escaladores en La Vuelta 2023
Tras muchas semanas con filtraciones más o menos acertadas, salidas y llegadas de etapa que se iban desvelando de forma más o menos oficial y meses después de conocer los recorridos de Giro de Italia y Tour de Francia, La Vuelta a España 2023 se ha presentado con un acto celebrado en una vistosa gala desarrollada en el Palau de la Música de Barcelona, ciudad que acogerá, como ya se conocía, la gran salida de nuestra gran ronda por etapas.
Como suele suceder en estos casos, bastantes variaciones respecto a lo que habían anunciado los rumores y varias sorpresas muy agradables que prometen una Vuelta a España 2023 que puede dar mucho juego en lo que a espectáculo se refiere.
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La primera semana arranca con una crono por equipos por las calles de Barcelona. Algo menos de 15 kilómetros sin mayor dificultad que la de disputarse en terreno urbano y que no deberían arrojar excesivas diferencias en la clasificación. Le seguirá una etapa por el terreno habitual de muchos cicloturistas del área metropolitana de la ciudad condal, que llevará al pelotón rumbo a Mataró y que debería arrojar la primera llegada masiva.
Apenas en la 3ª etapa llega la primera sorpresa de la carrera y La Vuelta 2023 no dudará en dirigirse hacia Andorra para ofrecernos el primero de sus 10 finales en alto en el sector de Arinsal de la estación de esquí de Vallnord. Una interesante subida que, además, viene precedida del Coll de Ordino, por lo que ya desde el comienzo podríamos empezar a ver algunas diferencias entre los favoritos.
Concluirá La Vuelta su recorrido por Cataluña dirigiéndose hacia Tarragona en una etapa por terreno incómodo, sin demasiadas complicaciones y que, tras la montañosa jornada del día anterior es muy posible que sea terreno abonado a las fugas.
Desde aquí, la carrera emprende rumbo sur, en primer lugar para, al contrario de lo habitual, buscando unir la bonita localidad de Morella, un tradicional final castellonense, que pasa a ser comienzo de una etapa dirigiéndose hacia la costa para concluir en Burriana, donde es previsible que se resuelva la jornada con una llegada masiva.
Poco durará la tranquilidad en La Vuelta ya que, al día siguiente, nuevo final en alto recuperando una etapa muy parecida a la vencida hace unos años por Ángel Madrazo con meta en la estación de esquí de Javalambre y que nos propició una bonita jornada en la fuga, aunque es previsible que no acarree consecuencias de cara a la clasificación general.
Al igual que con el anterior final en alto, le seguirá una jornada totalmente llana camino de de la localidad valenciana de Oliva, como previo al tercer final en alto, otro clásico de La Vuelta a España como es el Xorret de Catí, que en esta ocasión vendrá precedido por un atractivo recorrido, con las subidas a Vall d’Ebo, el muro de Tollos, además de dos puerto muy rodadores y machacones como son Benifallim y la Carrasqueta. Una jornada sólo apta para una fuga de muchos quilates por un terreno de sobra conocido para los profesionales por ser escenario de sus concentraciones invernales.
Si creíamos que 3 finales en alto eran suficientes para ser tan sólo la primera semana, aún nos queda uno más, este inédito en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz. Con todo este menú, los ciclistas se habrán ganado sobradamente el día de descanso que la carrera aprovechará para trasladarse al corazón de Castilla.
Y es que la carrera volverá a ponerse en marcha con la única contrarreloj individual de la misma, apenas 25 kilómetros por las calles de Valladolid. Una clara descompensación entre la lucha individual y las montañas en una tendencia que también viene aplicando el Tour de Francia.
Con el cansancio que siempre provoca una contrarreloj en las piernas, al día siguiente los ciclistas afrontarán un nuevo final en alto, esta vez camino de la Laguna Negra de Urbión, apenas pudimos ver hace unos años cuando debutó en la carrera por la infausta meteorología que acompañó aquella jornada. Una etapa con final corto y explosivo que no debería deparar ninguna diferencia entre los favoritos, máxime si tenemos en cuenta que es la única dificultad del día.
Más llano aún es el día siguiente, entre la localidad soriana de Ólvega y Zaragoza, etapa sin ninguna dificultad, aunque por la dirección en que circulará la carrera ese día, si el Cierzo decide hacer su aparición en el recorrido por el valle del Ebro este golpearía al pelotón a favor y de costado, es decir, las condiciones ideales para disfrutemos del espectáculo de los abanicos.
Con este panorama nos plantamos ante el primer bloque montañoso de entidad que tendrá la prueba y que nos plantea un tríptico de etapas que deberían empezar a esclarecer la clasificación.
En la primera de ellas se recupera la etapa con final en el Tourmalet de la que que nos privó la pandemia en el año 2020. Se inicia en una localidad con reminiscencias de espectáculo ciclista como es Formigal, comenzando, a balón parado, con el ascenso a los últimos kilómetros del Portalet. Tras su larguísima bajada, y sin apenas un metro de transición, comienza la subida al mítico Aubisque por su cara más dura y el enlace con el corto repecho que supone el Soulor por esta cara.
Desde aquí, descendiendo por su ruta principal, el pelotón alcanzará la localidad de Argelès-Gazost, para dirigirse, al contrario de lo que se había filtrado en días anteriores, hacia Luz Saint-Sauveur para ascender el legendario Tourmalet por su cara más constante y machacona, la misma que el Tour de Francia ha utilizado en las dos ocasiones en las que las etapas han concluido en la cima de este coloso. Si le tenemos que poner un pero a este enlazado es su longitud, apenas 134 kilómetros que no permiten que el fondo físico pueda deparar sorpresas en el rendimiento de los ciclistas.
Le seguirá otra jornada aún más dura que constituye una agradable sorpresa en una región bastante ninguneada tanto por el Tour como la Vuelta y que, sin embargo, tradicionalmente nos ha deparado jornadas para recordar. La etapa concentra su dureza en la parte media, con el duro ascensos a Issarbe, denominado en el perfil como Hourcére, al que seguirá, sin apenas terreno de transición otro de los grandes colosos de los Pirineos como es el Larrau, el puerto que doblegó a todo un Miguel Indurain que precisamente, en compañía de Perico Delgado nos mostraba el reconocimiento de la etapa sobre la bici durante la presentación.
No termina ahí la cosa ya que, tras regresar a terreno navarro, aún restará el corto puerto de Laza para adentrarse en el valle del Roncal antes de encarar el final en Belagua, o lo que es lo mismo, la vertiente española de la Piedra de San Martín. Un puerto sin excesiva dificultad, pero que, con la máxima dureza concentrada en la parte intermedia puede hacer que veamos espectáculo desde lejos, siendo esta, en nuestra opinión, la jornada reina de La Vuelta 2023.
Únicamente restará una etapa para llegar a la segunda jornada de descanso, esta vez por tierras navarras entre Pamplona y Lekunberri que, tras el desgaste de los dos días anteriores será propicia para una fuga de calidad merced a su terreno de media montaña, con doble paso final por el puerto de Zuarrarrate.
Aunque es muy posible que lleguemos a la tercera semana con la carrera bastante definida, aún restará terreno en el que intentar cambiar la dinámica de La Vuelta 2023.
La semana se inicia con un recorrido por tierras cántabras camino de Bejes, en las mismas puertas de los Picos de Europa. Pese a tratarse de un final en alto, se trata de la única dificultad del trazado y apenas debería producir diferencias entre los favoritos que tratarán de guardar sus fuerzas para el día siguiente en el que la prueba llegará hasta otro de los mitos de La Vuelta como es el Angliru.
El coloso asturiano se alcanzará tras una corta etapa de apenas 122 kilómetros con los pasos previos por la Colladiella y el Cordal como anticipo a las inhumanas rampas de el Angliru. Pese a la espectacularidad que siempre depara esta ascensión, la realidad es que pocas veces ha resultado decisiva para la clasificación por lo que seguramente lo que veamos será, salvo sorpresa en forma de desfallecimiento, una mayor definición en las posiciones de la general.
Mas juego plantea la segunda jornada asturiana que tendrá como escenario la inédita ascensión a La Cruz de Linares. Como preámbulo al circuito final en el que se afrontará en dos ocasiones esta subida, los ciclistas deberán superar otros tres puertos, entre ellos uno de los más duros de Asturias como es San Lorenzo que, colocado en mitad de la etapa, puede deparar una ocasión única para que quienes estén en disposición de asaltar la general traten de dar la vuelta a la carrera.
Tras esta jornada, unicamente restarán tres para el final. Una completamente llana que atravesará Castilla entre La Bañeza e Íscar y permitirá la recuperación de las maltrechas piernas de los ciclistas antes del ya habitual final con la Sierra de Guadarrama como escenario, en una meta que se ubicará en la localidad de la que hereda el nombre y que servirá como homenaje a la desaparecida Vuelta a los Puertos, prueba que seguro que quienes siguieron el ciclismo de los años 80 y 90 recuerdan con gran cariño.
Sorprende el recorrido diseñado para cerrar La Vuelta 2023, con un trazado que huye de los tradicionales puertos para optar por un recorrido de media montaña, ya próximos a lo que se denomina como Sierra Oeste, lindante con la provincia de Ávila.
En el entorno de San Lorenzo del Escorial el pelotón realizará en dos ocasiones un duro circuito en el que se ascienden los puertos de La Escondida, una preciosa subida por una pista forestal asfaltada a través de un bonito pinar; Santa María de la Alameda, el segundo pueblo más alto de la Comunidad de Madrid tras Somosierra; y Robledondo desde donde se desciende de nuevo a la Cruz Verde para repetir la Vuelta.
Desde ahí los ciclistas volverán a afrontar la Cruz Verde, pero esta vez por una cara distinta a la habitual, de nuevo una preciosa carretera forestal en la que es una de las subidas favoritas de los cicloturistas madrileños. Desde ahí regresarán a El Escorial desde donde ascenderán el denominado Alto de San Lorenzo del Escorial que, a falta de datos más precisos por el recorrido y conociendo los precedentes de La Vuelta nos hacen suponer que se tratará de alguna de las durísimas calles que se encaraman por la ladera del Monte Abantos.
Una jornada rompepiernas y con terreno apto para que se puedan producir encerronas como la que hace dos ediciones expulsó del podio a Superman López en aquella recordada jornada por tierras gallegas y que, además cuenta con el aliciente de ser la única que supera los 200 kilómetros a apenas un día de concluir en el tradicional circuito por las calles de Madrid.
Una Vuelta de corte irregular pero que cuenta con algunas jornadas realmente espectaculares y que nos deben de ofrecer un gran espectáculo.
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