Por qué algunos de los mejores ciclistas eligen irse a equipos de segunda división
Con el nivel y la exigencia por la obtención de resultados que están adquiriendo los equipos del World Tour, algunos profesionales de la máxima categoría han optado por relegarse a equipos Pro Team a fin de buscar otras alternativas ya sea para cubrir el ocaso de sus carreras o, simplemente, para gozar de plena libertad a la hora de configurar sus calendarios. Ejemplos como los de Tom Pidcock o Julian Alaphilippe son los más evidentes.

Pidcock o Alaphilippe demuestran que hay vida más allá del World Tour
El sueño de cualquier ciclista que busca convertirse en profesional es, obviamente, poder formar parte de un equipo de la máxima categoría y poder disputar las mejores carreras del mundo. Sin embargo, la realidad del World Tour en estos últimos años es que la exigencia por la consecución de puntos y las estructuras en las que todo se planifica al milímetro supeditadas a un gran líder y a brillar en en determinadas carreras pueden provocar el caer en el total ostracismo del trabajador anónimo del pelotón y suponer una presión para aquellos que, teniendo grandes cualidades, se dan una y otra vez contra el muro que supone enfrentarse a los grandes monstruos.
Es por ello que ciclistas que ya han pasado sus años de plenitud pero que aún se sienten con un nivel más que suficiente para poder brillar en las carreras se resignan a adoptar el anónimo papel de gregario y buscan su camino de brillantez en la categoría Pro Tour.
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Una categoría que, dependiendo del equipo, puede suponer muy poca diferencia en lo deportivo a militar en un equipo World Tour ya que, recordemos, los mejores clasificados de cada año obtienen el derecho a ser invitados en todas las competiciones de la máxima categoría aunque sin la obligación que tienen los equipos del World Tour de participar en sus carreras lo que, a veces, es una ventaja para los Pro Team a la hora de confeccionar unos calendarios más acordes con sus intereses, capacidades económicas y posibilidades de brillar del equipo.
Sin duda, uno de los más claros ejemplos de ciclista que, en el comienzo del declive de su carrera, ha encontrado una segunda juventud en el seno de una escuadra Pro Team es Julian Alaphilippe que, tras unas campañas con una relación tremendamente tensa con Patrick Lefevere en el Soudal-QuickStep al no conseguir justificar la millonaria renovación que obtuvo tras sus dos Mundiales, ha encontrado en las filas del Tudor un lugar donde poder seguir mostrando su rendimiento.

Cierto es que en este 2025 únicamente ha logrado una victoria, la del GP Quebec, aunque tremendamente valiosa para Tudor al tratarse de una carrera de categoría World Tour. Sin embargo, su palmarés en esta campaña está lleno de puestos de honor y ha sido un constante animador en las la carreras en las que ha participado, siempre tremendamente activo lo que, al fin y al cabo, es un gran activo para su equipo amen de la jugosa renta de puntos obtenida por el galo a lo largo del año, sin duda uno de los responsables de que Tudor se haya colado entre las mejores escuadras de la temporada obteniendo derecho a invitación en todas las carreras World Tour de 2026.
Encontramos otros ciclistas que, en la parte final de su carrera, consiguen mantener el protagonismo dentro de escuadras Pro Team y, a su vez, aportan su experiencia a estos equipos, habitualmente formados por ciclistas jóvenes que aún están creciendo con sus miras puestas en la máxima categoría. Buenos ejemplos podrían ser el veterano Alexander Kristoff, quien en su última temporada como profesional ha aportado 2 victorias al Uno-X Mobility; Marc Hirchi, Michael Storer y Matteo Trentin, al igual que Alaphilippe, en las filas del Tudor;o Elia Viviani en su última temporada como profesional que ha disputado en las filas del Lotto.

Sin embargo, mucho menos común es que ciclistas de primerísimo nivel elijan una escuadra Pro Team por otras motivaciones, en especial deportivas, al proporcionarles estos equipos un calendario totalmente a su medida.
El caso más destacado es, sin duda, el de Tom Pidcock, frustrado por las tensiones en el seno de INEOS, tras un largo culebrón, salía del equipo británico rumbo al Q36.5. Un equipo en el que ha encontrado la tranquilad, la confianza y una situación totalmente a su gusto que le ha permitido lograr un gran rendimiento tanto en la carretera como en la bici de montaña y que tuvo su momento álgido en la consecución de un impensable podio en La Vuelta, un hito histórico para un Pro Team.

Antes de Pidcock ya vivimos un caso similar en su día con un Mathieu van der Poel que optó por fichar por el entonces equipo de la segunda categoría Alpecin. En este caso pesó el seguir bajo el paraguas de los hermanos Rodhoff, sus mentores a lo largo de toda su carrera, además de la posibilidad que le daba el equipo de seguir compatibilizando sin problema el ciclocross, entonces su disciplina principal con el ciclismo de carretera.
Como vemos, los Pro Team pueden ser una buena opción para muchos ciclistas que les permiten otro calendario en el que poder brillar pese a estar un poco más alejados del foco mediático. Un poco menos de relevancia a cambio de una flexibilidad y una tranquilidad que para muchos se traduce en lograr un rendimiento que no son capaces de alcanzar con la presión por los resultados existente en el World Tour.