Alejandro Valverde se retira, repasamos su carrera

Carretera 05/10/22 11:24 Sergio P.

Lejos queda aquel 2002 en el que, vistiendo los colores de Kelme-Costa Blanca, Alejandro Valverde arrancaba su carrera como profesional. 20 años después llega al final del camino en Il Lombardía, la que será la última bala de un ciclista que ya es leyenda del deporte español.

Valverde, el adiós a un mito

42 años, 20 como ciclista profesional, 132 victorias, 32 participaciones en grandes vueltas, 4 Liejas, un Campeonato del Mundo… los números de Alejandro Valverde simplemente asustan. Un ciclista al que por su efectividad y ese estar siempre ahí, dando espectáculo y haciéndonos disfrutar, a buen seguro echaremos mucho de menos.

La etapa de Kelme

Tras una nutrida etapa como amateur, llegaba en el año 2002 el momento del salto al ciclismo profesional de Alejandro Valverde. Un fichaje muy cotizado tras haberse ganado en categorías inferiores el apodo de “el imbatido”. Carrera a la que iba, carrera que casi seguro le tenía a él como ganador.

Fue el Kelme-Costa Blanca de Vicente Belda quién se llevaría el gato al agua haciéndose con esa incipiente perla del ciclismo español, un corredor del que, siguiendo el enfoque predominante en aquella época, se decía que podía ganar el Tour de Francia. Todo lo demás no importaba.

Una primera temporada de adaptación a la categoría, sin resultados reseñables y después la explosión. En 2003 Alejandro Valverde sorprendía con lo que, años más tarde, sería la tónica de todas sus temporadas. 8 victorias incorporó a su palmarés entre las que destacan dos victorias logradas en La Vuelta, y no dos etapas cualquiera. La Pandera y Envalira fueron los escenarios de lujo en los que Valverde se destapaba ante el gran público. Finalizaría aquella Vuelta en el tercer escalón del podio, sólo superado por Roberto Heras e Isidro Nozal.

Victorias que se multiplicarían en el año 2004 hasta alcanzar las 15, incluyendo sus primeras vueltas por etapas con los triunfos en Comunidad Valenciana, Murcia y Vuelta a Burgos.

La llegada a casa

El caché atesorado en esas tres temporadas en Kelme hizo que inevitablemente la estructura más longeva del ciclismo español hiciera lo posible por incorporarlo a sus filas. Así en el año 2005 pasaría a engrosar la plantilla del por entonces Illes Balears-Caisse d'Epargne.

Un año que vería su debut en el Tour de Francia en el que nos regalaría aquella recordada llegada a Courchevel en la que de forma insolente conseguía batir a un Lance Armstrong en plenitud. También sería el año del Mundial de Ciclismo de Madrid en el que nos dejaba disfrutar de otro de los aspectos que ha sido uno de los puntos fuertes del ciclista murciano a lo largo de su carrera. Una punta de velocidad que le permitió hacerse con la medalla de plata, sólo superado por un inconmensurable Tom Boonen.

Ciclista todoterreno

La medalla mundialista en Madrid, la primera de las 7 cosechadas en su longeva carrera, nos mostró un Alejandro Valverde con unas posibilidades infinitas. Pronto comenzaron a escucharse las voces que apuntaban el desaprovechamiento que suponía que un corredor de sus características siguiera enfocando su temporada a las grandes vueltas en lugar de apostar por utilizar sus cualidades en las clásicas, pruebas que en aquella época no se valoraban en su justa medida en una cultura,, tras los tiempos de Indurain, el Tour de Francia era lo máximo.

Pese a todo, en el año 2006, Alejandro Valverde hacía historia con la llegada de la semana de las clásicas de las Ardenas. Primero hacía valer su fortaleza en el siempre incierto final en el Muro de Huy que le permitía conquistar la Flecha valona, una prueba que se apuntaría en 5 ocasiones más a los que habría que sumar otro puñado de podios como el cosechado este mismo año en el que concluyó segundo.

La apoteosis llegaría unos días más tarde. Lieja-Bastoña-Lieja, la decana, uno de los cinco monumentos, el de recorrido más duro y quebrado. Tras un sinfín de escarceos y ataques llegaba a las calles de Ans un reducido grupo de ciclistas entre los que se hallaba Alejandro Valverde. Final de la subida a esta localidad, giro a la izquierda para encarar la recta final y el murciano que lanza el sprint, desde muy lejos. Paolo Bettini, uno de los mejores clasicómanos del momento lo disputa codo con codo, pero de forma infructuosa.

Lograba Valverde sumar una victoria que le situaba definitivamente entre los mejores ciclistas del mundo. Otra de las pruebas que se convertiría en fetiche para el murciano, ya que conseguiría sumarla otras tres veces más.

La Operación Puerto

2007 no sería un buen año para Alejandro Valverde. Tan sólo 4 victorias, en pruebas menores, engrosaron su palmarés. Un año en el que el ciclismo volvía a situarse en el candelero a raíz de la lacra del dopaje con la Operación Puerto que volvía a destapar que las sustancias ilegales seguían campando a sus anchas por el pelotón pese al escándalo Festina que sacudió el Tour de 1998.

Los principales protagonistas de esta investigación fueron los equipos ONCE y el Kelme en el que Alejandro Valverde había disputado sus primeras temporadas como profesional.

Un caso que seguiría coleando en los siguientes años y en el que los indicios de que había existido relación entre Valverde y el doctor Eufemiano Fuentes, con la presencia de varias bolsas de sangre que presumiblemente pertenecían a él.

Finalmente, tuvo que ser la investigación del juez italiano Ettore Torri la que lograra confirmar la pertenencia a Valverde de las mencionadas bolsas de sangre. De poco sirvieron los recursos al TAS, recibiendo en el año 2010 una sanción por dos años.

Antes de aquel fatídico momento, en los años 2008 y 2009, Valverde había conseguido sumar una nueva Lieja, la Clásica de San Sebastián y, por fin, su deseada gran vuelta con la victoria en 2009 en La Vuelta a España, una carrera que ya tuvo en su mano el año anterior y en la que un error táctico supuso acabar con todas sus opciones.

Los grandes errores

Nos referimos al episodio de la etapa que finalizaba en la localidad cántabra de Suances. Momento decisivo de la etapa, descenso del Alto del Caracol bajo una intensa lluvia y Valverde decide bajar en persona al coche a buscar un chubasquero. Sus rivales no dejan pasar la ocasión, se corta el grupo y acabaría cediendo todas sus opciones de hacerse con aquella Vuelta al perder 3 minutos.

No sería este el único error sonado de Alejandro Valverde. En el año 2006 ya había cedido sus opciones en La Vuelta cuando, en el descenso desde el Purche hasta la meta ubicada en Granada no acertaba a cerrar la cremallera de su maillot lo que le impediría cerrar el hueco con el a la postre vencedor de aquella Vuelta Aleksandr Vinokurov.

Sin embargo, la gran polémica sería sin duda la sucedida en la disputa del Mundial de Florencia en el año 2013. Todo parecía de cara para que el equipo español lograra nuevo arcoíris tras el duro ataque realizado por Joaquim Rodríguez. Detrás, en el grupo de perseguidores, Alejandro Valverde únicamente tenía que limitarse a controlar, pero no lo hizo cuando su entonces compañero de equipo en Movistar, el portugués Rui Costa atacaba y se iba a la búsqueda de Purito. Lograba darle caza para batirlo con facilidad en el sprint. Una decepción que no conseguiría endulzar la consecución de la plata y el bronce.

El podio que se resistía

La obsesión de Alejandro Valverde por el Tour de Francia y el no utilizar sus grandes cualidades en la persecución de las clásicas, carreras más aptas a sus características, ha perseguido a Alejandro Valverde a lo largo de su carrera, dando lugar a ríos de tinta al respecto.

Tras la Vuelta en 2012 tras su sanción por la Operación Puerto nada parecía haber cambiado. Valverde siguió siendo ese corredor avasallador que podía lograr la victoria en casi cualquier prueba en la que tomaba la salida.

Conseguía este año su última victoria en el Tour de Francia, tras una soberbia fuga que culminaba en la cima de Peyragudes cuando ya sentía el aliento de Chris Froome y Bradley Wiggins y añadía a final de la temporada un nuevo podio en La Vuelta, resultado que conseguiría repetir en los dos años siguientes donde, sin embargo, seguía sin cuajar una gran actuación en el Tour.

Habría que esperar hasta 2015, otro año maravilloso en el que repetiría el doblete de las Ardenas, cuando por fin llegaría el ansiado podio en el Tour de Francia al ocupar el 3er lugar de la general tras Chris Froome y su compañero Nairo Quintana.

De la posible retirada a la gloria

Siguió en los años siguientes Alejandro Valverde llenando páginas en los periódicos merced a su continuo flujo de victorias.

2017 fue otro de esos años que se aventuraban mágicos: Vuelta a Catalunya, otro doblete en las Ardenas que lo convertía, a pesar de todo, en el mejor clasicómano de la historia de nuestro país.

Llegaba al Tour de Francia de nuevo con el rol principal de ayudar a Nairo Quintana en su asalto al amarillo pero en la contrarreloj que daba inicio a la carrera, una durísima caída le destrozaba la rodilla y hacía temer, en un ciclista de 37 años, por su retirada del ciclismo.

Sin embargo, en una increíble recuperación, Valverde reaparecía puntual con su cita con la Challenge de Mallorca que tradicionalmente inaugura el calendario europeo de cada temporada. Tan sólo hubo que esperar unas semanas, a la disputa de la Vuelta a la Comunidad Valenciana para verle de nuevo alzar los brazos.

Sin embargo, lo mejor habría de esperar hasta el mes de septiembre en el Campeonato del Mundo celebrado en Innsbruck. Un recorrido durísimo de montaña que no se recordaba desde que Olano e Indurain dominaran la cita mundialista disputada en Colombia en el año 1995. Una selección que se había convertido en una piña y un Alejandro Valverde en estado de gracia tras la disputa de La Vuelta en la que sumó dos nuevas etapas.

En el último muro, Valverde conseguía dejar, con un ritmo machacón, a sus principales rivales, para irse en busca de las medallas en compañía de Romain Bardet y Michael Woods, a los que en el tramo final se sumaría Tom Dumoulin. Recta final y un sprint interminable lanzado desde muy lejos, la meta que parecía que no llegaba nunca y, sí, por fin Alejandro Valverde conseguía alzarse con el gran triunfo que le faltaba en su carrera y el derecho a lucir el maillot arcoíris durante toda la siguiente temporada.

El final del camino

Esto últimos años, Alejandro Valverde ha continuado manteniéndose en la brecha, siempre en los primeros puestos de las principales carreras que disputaba y continuando con el goteo de victorias. Sin embargo la juventud y la chispa que siempre ha demostrado ya habían quedado atrás en un evidente declive que no le impidió volver a ser segundo en La Vuelta de 2019 o llegar esta última semana a sus últimas carreras en condiciones de disputar la victoria frente a ciclistas mucho más jóvenes.

Sin ir más lejos, ayer mismo, concluía en tercer lugar en la clásica italiana Tre Valli Varesine, una de las pruebas italianas que preceden a Il Lombardía, que el próximo sábado supondrá el cierre a su fantástica carrera profesional.

Únicamente Tadej Pogacar y Sergio Higuita lograban superarle en un cerrado sprint que nos hace inconcebible concebir que el año que viene Alejandro Valverde ya no estará en el ciclismo. Un corredor que ha sobrevivido a varias generaciones de ciclistas cuando todos los que se hicieron profesionales con él ya llevan años retirados de este deporte. Nos quedará sin duda el recuerdo de un corredor irrepetible que incluso ha trascendido a los aficionados del ciclismo.

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