Almidón resistente: qué es y cómo te ayudará a controlar tu peso
El almidón resistente funciona para mucho más que mantener el peso a raya y es tan fácil de conseguir como dejar enfriar algunos de los alimentos que sueles consumir a diario.
El almidón resistente se convierte en un aliado en tu dieta para perder peso
Cuando se trata de perder kilos el mantra general es inicialmente el mismo: las gallinas que entran por las que salen, es decir, si ingerimos más calorías de las que gastamos subiremos de peso y si comemos menos de lo consumido adelgazaremos. Hasta ahí todo claro, sin embargo, no todo es más sencillo ya que se hace necesario en cualquier dieta mantener un equilibrio en el aporte de los distintos nutrientes para que el organismo pueda funcionar correctamente pese al recorte de calorías.
A la hora de perder peso, sobre todo si nos referimos a personas sin un gran gasto calórico, lo primero que se suele recortar son las fuentes de carbohidratos, especialmente aquellos de alto índice glucémico, comenzando, por supuesto, por los azúcares. Sin embargo, este recorte también afecta a otras grandes fuentes de hidratos que se limitan al máximo en cantidad por su gran densidad energética.
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Pero, ¿y sí pudiéramos consumir más cantidad de estos alimentos de forma que no nos quedáramos con hambre por las ínfimas cantidades que se suelen pautar de los mismos y sin que esto aumentara el aporte de hidratos de carbono? Pues bien, esto es en parte posible gracias a algo que se conoce como almidón resistente, que no es más que la forma de describir la dificultad de absorción del almidón para el cuerpo.
Alimentos como la patata, las legumbres, la pasta o el arroz en crudo están compuestos principalmente de almidón, un hidrato de carbono complejo de muy difícil absorción para el aparato digestivo. Al cocinarlos, el almidón sufre una especie de degradación que lo vuelve más fácil de absorber para el cuerpo, es decir, aumenta el índice glucémico de estos alimentos. Es por ello que a menudo se recomienda que la pasta esté al dente o el arróz no se quede pastoso cuando lo cocinamos ya que, si nos pasamos, el índice glucémico aumenta mucho lo que supone aumentar los picos de insulina y que se aporten tantos hidratos tan de golpe que no de tiempo a gastarlos y acaben almacenados en forma de grasa, y eso no nos interesa.
Pues bien, aparte de cocer poco los alimentos, si justo tras hacerlo enfriamos estos en la nevera el almidón sufre un proceso denominado retrogradación que lo vuelve a hacer resistente a la absorción, aunque luego, a la hora de consumirlos, obviamente, los recalentemos, eso sí, sin una temperatura excesiva para que este almidón resistente no se vuelva a degradar.
Con esto conseguimos, por un lado, que se absorba mucha menos cantidad de hidratos de carbono de un determinado volumen de alimento y, que lo que pase al torrente sanguíneo lo haga de forma muy progresiva. Aparte, el almidón que no se absorbe tiene la peculiaridad de tener cualidades prebióticas, favoreciendo la flora intestinal con lo que se mejora el funcionamiento del intestino lo que también resultará de ayuda a la hora de perder peso.
Relacionado con esto, algunos estudios apuntan que el consumo de almidón resistente mejoraría los problemas de resistencia a la insulina además de determinados problemas en el metabolismo de las grasas lo que, obviamente redunda en un mejor funcionamiento de todo nuestro aparato digestivo y en la forma en la que el cuerpo procesa los alimentos.