Las bicis de gravel nos han conquistado

Las gravel bikes o bicicletas de gravel llegaron del otro lado del charco, y lo hicieron para quedarse. El híbrido entre bicicleta de mountain bike y bicicleta de carretera hace años que es de uso común en Canadá y Estados Unidos, pero no fue hasta hace relativamente poco tiempo cuando su uso empezó a extenderse en Europa. Hoy ya son una realidad habitual en nuestro país y estas son las razones de su fulgurante éxito. 

¿Por qué han triunfado las bicicletas de gravel?

Las bicicletas de gravel están pensadas para circular por pistas de tierra o gravilla, y su concepción de uso principal es el cicloturismo. Se trata de bicics que suelen montar cuadros de aluminio, y que al no estar concebidas para la competición -al menos no de forma exclusiva, cada vez más está cambiando esta tendencia- le dan mucha importancia en su diseño a la comodidad del ciclsita. 

En cuanto al desarrollo, las bicis de gravel son muy variadas. Puedes encontrar bicicletas monoplato, con desarrollo propio del mtb y con uno muy cercano al que encontraríamos en una bicicleta de carretera. 

Es habitual encontrar frenos de disco en una bici de gravel, que así como horquillas rígidas y ruedas considerablemente más anchas que las de ciclocrós -las bicis más similares a ellas-, llegando incluso a montar en algunos casos de 29 pulgadas. 

Además, en muchos casos, las bicis de gravel está preparadas para montar alforjas. Como decíamos son bicis orientadas al cicloturismo, por lo que esta característica completa el resto de características habituales. 

Una bici de gravel es ideal para aquellos ciclistas que quieran una sola máquina con la que hacer muchas cosas diferentes: puede ser usada cómodamente para trayectos urbanos, en la media y larga distancia se siente como en casa e incluso se atreve con rutas de carretera y montaña, siempre que no revistan de una dificultad excesiva. Ese es el secreto de su éxito: la versatilidad, algo en lo que ninguna otra bici puede igualarla.