Qué métricas se utilizan para descubrir a las nuevas estrellas del ciclismo
En un mundo del ciclismo cada vez más competitivo y con un nivel medio que se ha redoblado el sueño de todo equipo es poder contar con un ciclista tan diferencial como lo es ahora mismo Tadej Pogacar. Fichar ciclistas cada vez más jóvenes y contar con las herramientas para detectarlos es el camino elegido por las escuadras de referencia para encontrar esta figura que les lleve al estrellato.

El análisis de datos se vuelve crucial a la hora de detectar a los futuros talentos
En todas las generaciones del ciclismo ha habido ciclistas dominadores, esos referentes que, en mayor o menor medida eran los que copaban las victorias de referencias con el rédito tanto deportivo como económico que eso supone para sus equipos. Sin embargo, en el ciclismo actual el nivel medio ha subido hasta extremos impensables décadas atrás como delatan los continuos récords de velocidad o como van cayendo uno detrás de otro los mejores tiempos de distintas ascensiones.
Con tanta igualdad resulta tremendamente complicado para un ciclista ser diferencial, algo al alcance de unos pocos elegidos con las cualidades físicas y mentales necesarias para llegar a la victoria. Contar con este tipos de ciclistas capaces de ganar carreras se ha convertido en la máxima prioridad para los equipos ciclistas lo que ha cambiado completamente la forma de actuar respecto a los jóvenes.
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Tradicionalmente, la formación del ciclista iba pasando por distintas etapas compitiendo en las distintas categorías de edad. Cadete, junior, aficionados -actualmente Sub23-… no era hasta este último escalón cuando el ciclista comenzaba realmente a pensar en el profesionalismo y su salto a un equipo a menudo dependía de los resultados logrados en citas claves de la temporada que llevaban a que un equipo profesional les pusiera un contrato encima de la mesa.
Ahora todo eso está cambiando y los equipos van captando corredores ya desde sus primeros pasos en la competición. Para ello, prácticamente todas las escuadras han ido creando escuadras de desarrollo que permiten competir, ya bajo su paraguas y control, a los ciclistas que han ido demostrando talento. Pero, ¿cómo determinan los equipos a estas edades qué ciclistas tienen el potencial necesario para triunfar?
Obviamente, los datos resultan esenciales en un mundo donde se mide absolutamente todo. Los famosos W/kg que son capaces de mover en distintos rangos de tiempo, o perfil de potencia, a lo que escuadras como Red Bull añaden también la cuantificación de los vatios absolutos, es decir, la potencia bruta que es capaz de generar el ciclista a la hora de valorar tanto la capacidad de escalada como el rendimiento presumible en el llano o en la crono.

Medir la capacidad de resistencia también resulta esencial para determinar el potencial de un ciclista. Ya no sólo el clásico VO2max sino que también se han incorporado otras métricas como la capacidad de rendir por encima de un determinado gasto de energía que, actualmente, para un ciclista de élite parece fijado en una cifra por encimad e los 3000 kJ.
Aparte de los datos empíricos, los equipos también hacen hincapié en otros muchos factores comenzando por el aspecto psicológico. La cabeza es vital para poder lograr el máximo rendimiento de ahí que los equipos busquen evaluar en sus jóvenes promesas aspectos como la capacidad de sufrir o las dotes de liderazgo. También se toman en cuenta otros parámetros como la habilidad para leer las carreras pese a resultar aspectos difícilmente cuantificables.
No se olvidan los equipos de otros puntos como son la capacidad técnica del ciclista. De poco sirve tener unos números excelentes si luego el ciclista no es capaz de seguir el ritmo en un descenso o se cae cada dos por tres.

Como se ha hecho tradicionalmente, también se tiene en cuenta el desarrollo del ciclista. Por un lado, hablando de los ciclistas más jóvenes, valorar el grado de madurez para saber si el ciclista ya a alcanzado el final de su desarrollo o aún está en fase de crecimiento y podría mejorar los datos detectados. Relacionado con esto, se tiene en cuenta cómo consigue el ciclista el rendimiento detectado. No es lo mismo que lo haga un joven que entrena prácticamente como un profesional que apenas va a tener margen de mejora a que lo haga otro con mucho menos carga de entrenamiento.
De similar modo, se tienen en cuenta los valores sanguíneos del ciclista ya que, si estos indican, por ejemplo, un hematocrito muy alto, será difícil que se puedan mejorar los datos del ciclista cuando se empiecen a introducir entrenamientos en altitud.
Todo esto es metido en una coctelera por parte de los responsables de rendimiento para analizar qué ciclistas incorporar a sus escuadras de desarrollo donde pasas a tener una evolución controlada por el equipo de forma que, si finalmente el ciclista resulta ser una estrella el equipo habrá invertido únicamente en su desarrollo pero no en un fichaje millonario que supondría incorporarlo cuando despunte.

El último ciclista que parece llamado al estrellato el el joven Paul Seixas cuya carrera, desde los 16 años, ha estado ligada a la estructura del Decathlon-AG2R La Mondiale y ya en la temporada recientemente concluida ha demostrado al máximo nivel que cuenta con las cualidades necesarias para, en un futuro no muy lejano, poder ser una de las grandes estrellas del pelotón al que, como suele ocurrir en Francia, no han tardado en colgarle el cartel de “próximo vencedor francés del Tour”.
Sin embargo, podemos encontrar otro buen número de nombres que los equipos han ido incorporando a una edad muy tierna. Ciclistas que apuntan maneras pero a los que les falta madurar para demostrar si realmente pueden consolidar el potencial que muestran. Nombres como los de Marcos Freire, Adriá Pericas, Héctor Álvarez o Benjamin Noval presentan un futuro prometedor. El tiempo dirá si finalmente se convierten en grandes estrellas.