Consejos para ir a rueda y sacarle el máximo beneficio
Todos somos conscientes del ahorro de fuerzas que supone ir a rueda y, sin embargo, es increíble la cantidad de gente que lleva años montando en bici y aún no sabe cómo hacerlo correctamente, malgastando constantemente fuerzas que seguro que agradecerían tener en otros momentos de sus rutas. Te explicamos como permanecer en el lugar más protegido y relevar correctamente para no emplear ni un vatio de más.
El secreto del mínimo esfuerzos
Seguro que muchos de vosotros habréis escuchado mencionar una de las tácticas más viejas del ciclismo, la táctica CBR que nada tiene que ver con ninguna moto de una marca japonesa. Es el acrónimo de Comer, Beber y a Rueda, tres palabras que expresan uno de los principales mantras del ciclismo que es hacer la mejor gestión posible de las fuerzas de que disponemos.
Esta vez nos vamos a centrar en el último parámetro ya que, cuando la velocidad aumenta y la aerodinámica se vuelve un factor esencial entre todas las fuerzas que se oponen a nuestro avance. Rodar a rueda de otros ciclistas puede suponer un sensible ahorro de hasta el 30%, simplemente una barbaridad. Traducido en números más entendibles, nosotros hemos llegado a medir diferencias, en días de viento frontal, de casi 100 W entre pedalear tirando del grupo y dejarse caer hasta la 4ª o 5ª posición en la grupeta ¡Casi nada!
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El problema es que la mayoría de los ciclistas que vemos por la carretera desconocen la forma correcta de rodar a rueda, por lo que, si bien consiguen beneficiarse en alguna medida de la rueda de quién le precede, no ahorran todas las fuerzas que podrían.
Cuestión de aerodinámica
Antes de entrar en materia, es preciso explicar a que se debe el ahorro de esfuerzo que observamos cuando nos colocamos detrás de otro ciclista. Cuando atravesamos un fluido como es el aire primero tenemos que vencer la resistencia que se genera al impactar con él, una resistencia que dependerá en mayor o menor medida del área frontal que ofrezcamos al viento.
Seguidamente el flujo de aire circulará alrededor de nuestro cuerpo y la bici comportándose de diferentes maneras. Lo más común es que al interactuar con las ruedas o con las piernas que se mueven, al pasar sobre nuestra ropa o a través del casco, se generen turbulencias que hacen que el flujo de aire se vuelva caótico y genere fuerzas que se oponen al avance. Ahí entra en juego la aerodinámica que trata de conseguir que el aire pase a lo largo de todos estos elementos de la forma más ordenada posible, siendo dirigido de la manera más inteligente para que las fuerzas que se generan sean lo menores posibles.
Por último, cuando el aire escapa de nuestro cuerpo sigue manteniendo la dirección y velocidad que tenía, por ello, justo detrás del ciclista queda un espacio, digamos, vacío, que también es una fuente de resistencia. Pero si algo ocupa ese vacío, pongamos otro ciclista, esa resistencia disminuye por lo que, si llevamos a alguien a rueda, también sirve para ahorrar fuerzas respecto a si rodamos solos.
El sitio adecuado
Como habréis intuido, cuando vamos a rueda de alguien por un lado evitamos el impacto frontal del flujo de aire que es el que más resistencia genera, pero también, al ciclista que llevamos delante le ahorramos fuerzas al evitarle el vacío que se crea tras él. Hasta ahí bien salvo por un detalle, en el mundo real no todo es tan simple con colocarse a rueda de quien nos precede.
En la aerodinámica del mundo real se utiliza otro parámetro que se denomina yaw, guiñada en castellano, un término de navegación que, en el caso de la aerodinámica define el ángulo efectivo de incidencia del viento y que se usa a la hora de optimizar los diseños de ruedas, cascos, bicis, etc.
El viento rara vez incide exactamente frontal en la carretera sino que lo hace con cierto ángulo. Sin embargo, aquí nos interesa el ángulo efectivo que es la combinación entre desde donde incide el viento y nuestra velocidad de avance. Según sea el ángulo del viento también será la estela que queda detrás del ciclista que nos precede por lo que, para protegernos debemos variar nuestra posición hacia un lado u otro.
A veces en carretera, si el viento no es muy fuerte o por las propias turbulencias que se producen, resulta complicado determinar de donde viene el viento y encontrar la posición ideal. Para ayudarnos siempre nos podemos fijar en la dirección hacia la que se inclinan las hierbas en el borde de la carretera o las banderas que podamos ver en nuestra ruta.
Otra forma de detectar cuando vamos protegidos del viento es en cómo escuchamos el viento. Cuando incide directamente suele ser un sonido continuo mientras que, cuando entramos en la estela del ciclista que va delante se vuelve entrecortado.
Evidentemente, al ladearnos para protegernos del viento hemos de tener en cuenta que no estamos solos en la carretera. No podemos ir haciendo abanicos como vemos en las carreras por televisión. Aprovecharemos el arcén en la medida de lo posible pero si el tráfico no lo permite no nos quedará otro remedio que quedarnos justo detrás del ciclista que nos precede y expuestos al aire.
La distancia que dejamos al ciclista que va delante también es esencial para lograr la máxima protección. Lo ideal es que cuanto más cerca vayamos mayor es el ahorro, precisamente en lo que suele fallar la mayoría por miedo o por escaso dominio de la bici. Aparte, ir demasiado cerca hace que podamos gastar demasiadas fuerzas en los típicos acelerones y frenazos que siempre se producen.
Está claro que para ir pegado a quién va delante nos debemos fiar completamente de él por lo que sólo conseguimos la mejor posición con gente que conocemos. Aparte, el ciclista que va delante debe de ser consciente de su responsabilidad hacia nosotros e ir avisando de todos los obstáculos que puedan ir apareciendo: baches, suciedad, otros ciclistas que adelantemos…
Por supuesto, para dominar la técnica es necesario practicar por lo que si siempre salimos solos, nunca vamos a poder sentirnos a gusto rodando en grupo. Por cierto, también importa la posición en la que rodamos dentro del grupo a la hora de lograr la mayor ventaja. Con lo que os hemos explicado antes, ya os habréis dado cuenta que el mejor sitio no es a cola del grupo sino entre medias, donde obtenemos ganancias tanto por el aire que nos evitamos atrasar en primera instancia como por quienes llenan el vacío que queda tras nosotros. En general, según diversos estudios, la menor resistencia se consigue a partir del 4 puesto y llevando a otros dos detrás.
El último aspecto que no se suele tener en cuenta a la hora de rodar en grupo es el de los relevos. Por lo general en las grupetas se suele relevar siempre por el lado izquierdo, el que deja más espacio libre cuando lo correcto, para ahorrar las máximas fuerzas posibles sería hacerlo por el lado protegido del viento, es decir, si el viento viene de la derecha efectivamente relevaremos por la izquierda, pero lo haremos por la derecha si el viento incide desde el lado contrario.
Este es un aspecto que también podemos tener en cuenta cuando rodemos en paralelo, procurando dejar el lado protegido del viento a los ciclistas que menos fuerzas tengan. Al fin y al cabo, el ciclismo es un deporte individual y de equipo a la vez y una de sus facetas más interesantes es cómo la colaboración entre ciclistas sirve para que todos ellos consigan pedalear más rápido y con menos esfuerzo.