Bomba y Magic Box ¿y si el nuevo dopaje fuera un cóctel medicamentos legales?
La sombra del dopaje persigue irremisiblemente al ciclismo pese a los esfuerzos de este deporte por quitarse este sambenito. Lejos están los años 90 o la primera década del siglo XXI cuando el ciclismo tocó fondo con escándalos más o menos sonados casi constantes. Sin embargo, la UCI y la AMA endurecieron la lucha con el seguimiento constante de los ciclistas, los controles fuera de competición y, sobre todo, con el pasaporte biológico. Aun así, hoy en día, la superioridad de un ciclista como Tadej Pogacar hace pensar a muchos que tras su rendimiento hay algo más que entrenamiento y buenos genes.
La sombra del dopaje sigue persiguiendo al ciclismo
Un informe publicado por el equipo de investigación de Radio France desvela que, pese a al intenso trabajo por desterrar las prácticas dopantes del ciclismo durante lo que llevamos de siglo XXI, no es oro todo lo que reluce y aún podrían estar llevándose a cabo prácticas censurables de forma generalizada.
Un informe que llega motivado por el abrumador dominio de Tadej Pogacar y como los números de rendimiento de los ciclistas han ido creciendo hasta superar claramente los registros de los años oscuros de la EPO. Los periodistas franceses se han dedicado a cuestionarse estos rendimientos e investigar si las mejoras en material, alimentación o técnicas de entrenamiento son las únicas responsables o quizás hay algo más detrás de todo ello.
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Para poner en contexto cómo se consiguió romper con la espiral de dopaje de los años 2000 hay que mencionar dos aspectos. Por un lado la implantación plena del sistema ADAMS mediante el cual los profesionales han de registrar constantemente su localización a fin de permitir que puedan ser controlados en casi cualquier momento del día, salvo las horas nocturnas. Esto, junto a un incremento de los controles fuera de competición pusieron las cosas mucho más difíciles a los tramposos.
El otro gran cambio fue la introducción del pasaporte biológico, un perfil de datos hematológicos y fisiológicos del ciclista que permite generar un historial donde cualquier alteración de estos provocada por el consumo de sustancias dopantes queda reflejado.
La cuestión entonces es que, sí existen estos medios de control tan estrictos ¿cómo se dopan los ciclistas en la actualidad? Las teorías son diversas. Durante años se ha hablado de que las sustancias utilizadas son las mismas que en esos años oscuros con el único cambio de que ahora se utilizarían microdosis de las mismas pero de forma más continuada a fin de facilitar su eliminación del organismo y, por tanto, su detección.
Se habla también de EPO no detectables, pese a que la AMA rastrea internet, principal origen de estas sustancias, y las adquiere para poder desarrollar los medios de detección.
Sin embargo, la explicación podría ser mucho más sencilla. Se trataría del uso de sustancias y medicamentos legales utilizando estos últimos para una mejora del rendimiento en vez de para su uso terapéutico. En el informe de radio France se habla de, por ejemplo, la bomba para referirse a una combinación de voltarem, cafeína y paracetamol; o la caja mágica que haría referencia a la caja de medicamentos con un auténtico arsenal a disposición de los ciclistas.
De hecho, desde hace años se habla que las autorizaciones terapéuticas, los polémicos TUE, son un auténtico coladero que medicamentos que permiten mejorar el rendimiento como los famosos inhaladores para el asma o de forma más puntual, la utilización de corticoides.
También han causado polémica estos últimos años los productos analgésicos que permiten mitigar los dolores que produce el intenso esfuerzo de la competición y los exigentes entrenamientos haciendo posible que el ciclista pueda seguir entrenando y compitiendo. Entre ellos, ahí tenemos otro medicamento famosamente extendido y al que la UCI ya ha puesto coto para su uso en competición como es el Tramadol.
Tampoco nos podemos olvidar de los suplementos milagrosos entre los cuales brillan en estos últimos tiempos las famosas cetonas, utilizadas abiertamente por distintos equipos pese a que sus mecanismos todavía no están suficientemente investigados, habiendo recomendado el Movimiento por un Ciclismo Creíble a sus miembros su no utilización.
En todo caso, según concluye el informe de Radio France más allá de si se está produciendo dopaje o no, lo cual parece estar trazado con una línea tremendamente difusa que hace difícil en muchos casos determinar si una determinada práctica debería o no estar incluida en esa categoría, la verdadera preocupación que expresa la Federación Francesa de Ciclismo es la sobremedicación que se lleva a cabo en el ciclismo con corredores cada vez más jóvenes y que estaría banalizando el uso de los medicamentos más allá de sus usos terapéuticos previstos y que podría conducir a una situación de “todo vale” similar a la que vivimos a comienzos de siglo.