Pidcock se sube el listón el solo ¿qué podemos esperar de él ahora?
Llegó a La Vuelta con la obligación moral de justificar la invitación de Q36.5 a la carrera y la concluye en un inesperado, incluso para él, podio que le ha hecho replantearse sus opciones en las grandes vueltas. Tom Pidcock ya piensa en nuevos retos vueltómanos tras saborear el podio en la ronda española.
El podio en La Vuelta abre nuevas expectativas en la carrera de Tom Pidcock
“Es la actuación más importante de mi carrera, aunque quizás no sea el mayor éxito individual. No sé qué decir, estoy muy orgulloso”, así de contundente se mostraba Tom Pidcock hace un par de días tras resistir junto a los mejores en el inhumano final de La Bola del Mundo, en la penúltima y decisiva etapa de La Vuelta 2025.
Un podio que, dados los antecedentes de Tom Pidcock durante las grandes vuelta, en las que no ha brillado nunca especialmente en los 3 Tour de Francia, 1 Giro de Italia y 2 Vueltas a España que ha disputado. Únicamente se destaca aquella fantástica etapa del Tour de Francia de 2022 en el que nos asombró con un espectacular descenso bajando el Galibier para entrar en una fuga que lograría llevar a buen término en la mítica cima del Alpe d’Huez.
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Pero en esta edición de La Vuelta, quizás por la necesidad de que Q36.5 cumplimentara un buen papel en la carrera tras la polémica invitación que suponía dejar fuera a uno de los equipos españoles Pro Tour, ha sido el revulsivo que Tom Pidcock necesitaba para tener esa mentalidad de sufrir y resistir cada día en pos de un gran clasificación general que, finalmente ha obtenido el codiciado premio del podio, algo que no está al alcance de muchos ciclistas.
Como suele ocurrir en estos casos, este resultado ha hecho planearse ciertas cosas a un Tom Pidcock que venía de su época en INEOS Grenadiers, donde la MTB contaba con total prioridad, disciplina en la que venía siendo imbatible. Pocas pero selectas victorias en ciclismo de carretera tenía en su haber, siempre de corte clasicómano mientras que las vueltas, grandes o pequeñas, que eran vistas por el ciclista británico como una molesta obligación.
Sin embargo, su paso a Q36.5 ha supuesto un cambio de enfoque. Por lo pronto, en esta temporada se ha centrado de forma prioritaria en las ruedas finas y sorprendía a comienzos de año haciéndose con el AlUla Tour y peleando también por la general de Vuelta a Andalucía. Pese a este cambio de filosofía, prácticamente nadie esperaba que Pidcock pudiera lograr el podio en La Vuelta.
“Es un punto de inflexión. Este resultado cambiará mi relación con las grandes vueltas. Ahora iré al Mundial. Estoy en una gran forma” declaraba Tom Pidcock a la finalización de la carrera. Unas intenciones que si bien son fruto de la euforia por el gran puesto conseguido, quizás debería de analizar con más calma antes de hipotecar sus temporadas a las generales de las grandes vueltas en las que muy pocos son capaces de brillar.
Y es que, sin restar mérito al podio del ciclista de Q36.5, hay que tener en cuenta que esta edición de La Vuelta contaba con una participación, en lo que a grandes vueltómanos se refiere, un poco justa. Se caía Carapaz del elenco de participantes poco antes de empezar. Primoz Roglic, en un año complicado para él ya la había descartado tras su aciago Tour de Francia y qué decir del mejor, un Tadej Pogacar que, a la vista de lo acaecido, seguramente no hubiera dado opción.
También el pobre recorrido de esta edición de La Vuelta ha jugado en favor de Tom Pidcock, con un kilometraje contra el crono exiguo, máxime tras el recorte de la contrarreloj individual de Valladolid, y una mayoría de etapas con formato monopuerto que han deparado poca batalla entre los favoritos, además de kilometrajes bastante contenidos, por no decir, inusualmente escasos en algunas de las etapas.
Realmente, en esta edición de La Vuelta se han dado todas las condiciones, de nuevo, sin restar mérito a lo conseguido, para que Tom Pidcock pudiera alcanzar el tercer escalón del podio. Sin embargo, lo más destacables es el cambio de mentalidad necesario para haber sabido meterse en la defensa de su posición en el día a día y aprovechar sus escasas oportunidades como sucedió el día de Bilbao donde, no lo olvidemos, ha sido el único ciclista en ser capaz de soltar de rueda a Jonas Vingegaard.
No sabemos si finalmente Tom Pidcock optará por realizar una próxima campaña enfocada a las grandes vueltas, pero si lo hace quizás esté hipotecando sus opciones en otro tipo de carreras mas apropiadas para sus condiciones, por ejemplo una Lieja-Bastoña-Lieja o un Lombardía, en favor de un tipo de carrera de resultado mucho más incierto en las que, repetimos, hoy en día, la dupla Vingegaard-Pogacar condicionan absolutamente todo por su enorme superioridad sobre el resto.
En todo caso, no es la primera vez que un ciclista se deja seducir por los cantos de sirena de las grandes vueltas. Sin duda el ejemplo reciente más evidente es el de Alejandro Valverde, durante años enfocado en buscar generales cuando todos los que veían sus dotes a la hora de definir se llevaban las manos de la cabeza por que no se enfocara más a fondo en las grandes clásicas. Una muestra es que ha sido el último rey de las Ardenas con su colección de Liejas y Flechas valonas.
En cualquier caso, será una decisión que Tom Pidcock tomará de la mano de sus directores deportivos en Q36.5 tras analizar los datos de la temporada y valorar si con sus números es o no viable aspirar a competir en una carrera de tres semanas con el objetivo claro de la victoria. Aún tendremos que esperar unos meses para descubrirlo.