¿Necesitas un potenciómetro para ser mejor ciclista?
Partiendo de la idea de que el mejor ciclista no es el que más watios mueve, sino aquel que consigue llegar el primero desde un “punto A” a un “punto B”. El potenciómetro no va a ser más, que otra herramienta para mejorar el rendimiento. Aquí van algunas ideas para aquellos que no tienen o no quieren entrenar con potenciómetro.
¿Qué aporta realmente el potenciómetro?
El potenciómetro nos proporciona mayor número de datos de cada entrenamiento y una buena gestión de toda esta información nos puede permitir hilar más fino. ¿realmente es necesario para seguir mejorando?
Principalmente va a depender del punto en el que te encuentres. Lo primero que tendrías que pensar, es si estás siguiendo una planificación de entrenamientos acordes a tu objetivo. Ya que esto te hará mejorar mucho más sin duda.
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Teniendo una buena estructura de entrenamientos, podemos encontrar otras herramientas más económicas para sustituir los Watios y poder seguir mejorando.
¿Cómo entrenar y mejorar sin potenciómetro?
Los watios suelen ser utilizados para comprender a qué intensidad debes ir durante tus entrenamientos, se determinan unas zonas de intensidad y cada intervalo corresponde a una intensidad de manera creciente.
Simplemente conociendo las sensaciones que deberías tener en cada una de estas zonas y/o el tiempo límite que se ha estudiado que puedes pasar en ella, podrías ser capaz de realizar el mismo entrenamiento con o sin potenciómetro.
Esto te va a requerir un tiempo de educación sobre tu percepción del esfuerzo. Pero puede llegar a ser igual de eficaz que ir siguiendo watios.
Por ejemplo, si tuviésemos potenciómetro, realizaríamos un entrenamiento para mejorar nuestro UPF (Umbral de Potencia Funcional) haciendo 4 intervalos de 15 minutos a los watios asociados a la Zona 4.
Sin embargo, este mismo entreno lo podemos realizar haciendo 4 intervalos de 15 minutos yendo a un ritmo que percibamos que seríamos capaces de mantener durante una hora hasta el agotamiento, al cual tendremos la sensación de “ir con el gancho”.
Otra alternativa, o complemento, puede ser guiarnos por la frecuencia cardiaca. Que, a pesar de tener algunas desventajas respecto a la potencia en cuanto a variabilidad, es una herramienta muy válida y muy económica. ¿Quién no tiene una banda de pulso que puede conectar a un pulsómetro o al smartphone?
Con ella también podremos establecer zonas de intensidad y llevarlas de referencia a la hora de entrenar.
En el ejemplo anterior, sería ir a x pulsaciones por minuto durante 15 minutos cuatro veces.
Combinando la frecuencia cardiaca y la sensación del esfuerzo, podremos entrenar de forma metódica sin echar en falta el potenciómetro a la hora de mejorar.
Al fin y al cabo, el cuerpo no entiende de watios y números, sino de estímulos que le fuerzan a crear adaptaciones y por tanto, mejorar nuestro estado de forma. Y eso se pude conseguir sin potenciómetro sin duda alguna.
Texto escrito por Pablo RAL, graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Máster en alto rendimiento de deportes cíclicos y entrenador especializado en deportes de resistencia.