Rutas ciclistas para no perderse este otoño
Aunque la llegada del otoño es para muchos significativo de descanso ciclista nos estaremos perdiendo unos de los mejores momentos del año para disfrutar de la bici. Temperaturas aún agradables y el monte vestido de un sinfin de tonos ocres hacen del otoño un momento muy especial para montar en bici. Te descubrimos algunos de los mejores lugares de nuestra geografía para disfrutar de esta estación.
Pedalear en una sinfonía de colores otoñales
Aunque siempre se ha dicho que las bicicletas son para el verano, al final el estío, entre vacaciones familiares y otros compromisos no acaba siendo la época del año en la que más se monte en bici. El invierno, salvo para los practicantes del ciclocross, suele ser un largo periodo de pasar frío y miseria, apurando las horas de sol o recurriendo al rodillo en la que buscamos hacer por un año los deberes como indican los manuales de entrenamiento de cara a los objetivos que rondan nuestra mente.
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Luego llega la primavera, quizás el momento preferido para montar en bici por la mayoría, sobre todo al final de la misma donde se concentran los principales eventos cicloturistas, siempre y cuando no seas alérgico a los pólenes y te toque padecer más miseria incluso que en los meses invernales.
Nos queda por último la estación más olvidada, el otoño, fechas tradicionalmente asociadas a dejar de lado la bici para tomarnos un descanso y que, sin embargo, se postula como ideal para pedalear. Las temperaturas vuelven a ser suaves sin los rigores del verano, no hay pólenes que nos impidan respirar y quienes aún mantienen su actividad ciclista montan más predispuestos a rodar sin planificaciones, vatios y demás con lo que sólo salimos buscando el único objetivo del disfrute del pedaleo. Si además le añades que el monte y los campos se visten de unos tonos espectaculares, sería estúpido no aprovechar estos meses.
En el país de contrastes que es España encontramos distintos lugares que en estas fechas adquieren una magia especial. Os recomendamos varios de los que no os podéis perder y sobre los que es fácil trazar espectaculares rutas ciclistas, ya sean de gravel, MTB o carretera.
Bosque de Irati
Ubicado en el pirineo navarro, a caballo entre tierras francesas y españolas, el Bosque de Irati es sin duda uno de los clásicos de las recomendaciones otoñales. Uno de los hayedos más grandes de Europa que en estas fechas ofrece una auténtica estampa de cuento de hadas que no podéis dejar de visitar.
A su vez, esconde un auténtico territorio comanche para pedalear sobre nuestras bicis, especialmente si tenemos la osadía de dejarnos caer hacia la vertiente francesa, un auténtico hoyo con desniveles aterradores. En cualquier caso, las opciones de pedaleo son variadas sea cual sea la bici con la que elijamos recorrer sus intrincados rincones.
Sierra de Gredos
En la sección suroeste de la cordillera del Sistema Central, con la provincia de Ávila como referencia, se alza la imponente Sierra de Gredos, uno de los entornos más salvajes que podemos encontrar en nuestro país. En ella se dan la mano dos entornos bien diferenciados, por un lado la áspera cara norte, terreno inhóspito en el que la roca viva es la dueña del entorno y por otro su vertiente sur tapizada de una amplia capa vegetal que va desde los castaños y robledales de las cotas inferiores hasta los pinares que se abrazan a las partes más altas de la montaña.
Multitud de puertos de paso, entre ellos algunos míticos de La Vuelta a España como Mijares, Serranillos o el Puerto del Pico o una amplia red de pistas y caminos convierten a la Sierra de Gredos en un paraíso completamente infravalorado, por cuanto no suele aparecer entre las recomendaciones de destinos para montar en bici y que, sin embargo, estamos seguros de que nos os decepcionará.
Sierra Nevada
Antes de que el macizo montañoso más alto de la península ibérica haga honor a su nombre y se vea invadido por las hordas de esquiadores que buscan con ansia deslizarse por sus laderas, disponemos de unos breves meses en los que el entorno de Sierra Nevada, que por algo es considerado Parque Nacional, muestra una estampa espléndida que hace que encarar su ascensión se muestre un poco menos sufrida y mucho más agradable para los sentidos.
Las mismas carreteras en las que hace apenas mes y medio vivíamos el bullicio de la etapa reina de La Vuelta a España ahora, en unas fechas de transición ante la llegada del maná invernal, nos regalan un campo de juego ideal para apurar nuestra forma ciclista. Aparte, elegir este destino para aprovechar esos días libres que tenemos por ahí añade el aliciente de la cercanía de la bella ciudad de Granada, de obligada visita para todos los que acudan por estos lares, añadiendo un toque turístico a nuestra escapada ciclista.
El Sobrarbe
En el corazón del pirineo de Huesca, a la vera del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido nos ofrece algunos de los rincones más aislados de la península que esconden un entorno natural inigualable y una multitud de pequeños pueblos con un tremendo encanto.
A su vez, la comarca del Sobrarbe se vertebra a través de una maraña de carreteras, pistas y caminos que podemos conectar a nuestro gusto, eso sí, con la dureza intrínseca que implica pedalear por los Pirineos, parar trazar recorridos absolutamente espectaculares, tanto en el aspecto ciclista como en lo paisajistico, en los que podemos pasar de pedalear por el fondo de un angosto cañón a contemplar la majestuosidad de los valles que dan forma al Parque Nacional desde las alturas.
Sierra del Rincón
En el noreste de la Comunidad de Madrid, en una esquina, encajonada entre las provincias de Guadalajara y Segovia, se levanta una comarca caracterizada por sus pueblos de tejados negros, aprovechando la pizarra que da a las montañas del entorno ese carácter aislado con el que siempre ha contado esta zona y en el que hayedos y robledades tratan de arañar su cuota de terreno a la montaña.
Estamos en una comarca que sin tener grandes desniveles ni altitudes, está jalonada por un sinfín de barrancos y pequeños valles que para el ciclista implica terreno duro donde los haya, plagado de innumerables repechos y pequeños puertos que harán que al final de la jornada nos duelan las piernas más de lo esperado. Además de las estrechas carreteras sin apenas tráfico, encontramos también una amplia red de pistas perfectamente transitables que elevan a la máxima potencia las posibilidades de la zona si contamos con tacos en nuestras cubiertas.
Rioja Alavesa
Si no nos apetece adentrarnos en las montañas y buscamos un plan más relajado, las regiones vinícolas, en plena ebullición en estas fechas de vendimia, resultan otro perfecto destino para recorrer a lomos de nuestras máquinas de dos ruedas. Dentro de las denominaciones de origen, sin duda, una de las más afamadas de nuestro país es la Rioja, que a lo largo del valle del río Ebro hace crecer interminables extensiones de viñedos.
Dentro de la Rioja, la parte enclavada en la provincia de Álava es la más destacada y la que alberga a las bodegas más reconocidas entre las que encontramos auténticas obras de arte como las bodegas Marqués de Riscal en la localidad de Elciego diseñadas por el célebre arquitecto Frank Gehry.
Hablando de bicis, las interminables pistas que recorren el valle se convierten en escenario ideal para la práctica del gravel. Sin embargo, también la bicicleta de carretera encuentra su terreno ya que sobre la margen norte se alza la Sierra de Cantabria que cuenta con un buen número de puertos y opciones para estirar el motor.
Sierra de la Demanda
También en tierras riojanas, pero compartiendo territorio con la provincia de Burgos, la Sierra de la Demanda es otra de las muchas áreas montañosas que jalonan los extremos de la Meseta Central que ocupa la parte central de la Península Ibérica y se caracteriza, al igual que otras regiones de este país, por esa sensación de aislamiento que ha acabado englobando a sus pueblos en eso que se ha dado en llamar la España Vaciada.
Una lejanía de los núcleos urbanos civilizados que hace de sus carreteras, pistas y caminos un gran escenario para recorrer dando pedales. Ya sea por la Vía Verde que la recorre, por puertos otrora míticos en La Vuelta como la Cruz de la Demanda o pedaleando por las pistas de tierra que vertebran toda la comarca