Por qué los ciclistas son capaces de soportar más dolor que otros deportistas
Las caídas en el ciclismo están a la orden del día y, sin embargo, la primera reacción del ciclista siempre es levantarse, recuperar su bici y volver cuanto antes a una carrera que no espera. Un sufrimiento que es parte de la idiosincrasia de este deporte y que lleva a los ciclistas a soportar un dolor inimaginable en otras disciplinas deportivas.
El dolor y la épica siguen siendo esencia del ciclismo
Etapa 20 del recientemente concluido Tour de Francia. Tiraba del pelotón un voluntarioso Mauro Schmid en persecución de la fuga para defender los intereses en la clasificación general de su compañero Ben O’Connor. Firme totalmente encharcado tras un importante aguacero cuando, en pleno descenso, pierde la rueda delantera y sufre una espectacular caída. Kilómetros más tarde le vemos, no sólo llegar de nuevo al pelotón sino remontar hasta la cabeza para volver a tomar el mando de la persecución.
Unas imágenes que son difíciles de ver en cualquier otro deporte y que, sin embargo, en el ciclismo están profundamente arraigadas en la mentalidad del ciclista: el abandono es la última opción, en especial para esa gran clase media del pelotón cuyo palmarés no está adornado por un sinfin de victorias propias sino por las que logran sus líderes merced a su voluntarioso trabajo.
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Y es que el ciclismo es un deporte en el que el dolor se convierte en compañero constante del ciclista. Dolor constante de piernas provocado por los intensísimos entrenamientos en un deporte en el que se entrenan diariamente tres o cuatro horas, haga sol o llueva y que, de hecho, llevó a que hace unos años analgésicos como el famoso Tramadol estuvieran a la orden del día.
Esta convivencia diaria con el dolor, sumada a la adrenalina de la competición hace que, cuando el ciclista sufre una caída la primera reacción sea la de levantarse e ir a buscar su bici para reintegrarse lo antes posible a la carrera. De hecho, cuando esta reacción no se produce es el momento de preocuparse ya que el propio ciclista es consciente de que se ha hecho daño de verdad. Aun así, no han sido extraños casos de ciclistas con huesos rotos, Joao Almeida sin ir más lejos durante este Tour de Francia 2025, que han continuado pedaleando y han tratado de continuar en carrera por todos lo medios.
Ser consciente de la larga y absorbente preparación necesaria para llegar en plena forma a la salida de un Tour de Francia es otra de las razones por las que el ciclista, cuando sufre una caída en una carrera como la ronda gala, deja a un lado el dolor y trata de continuar en competición a toda costa para no tirar al traste esos meses de sacrificio. Tampoco olvidemos que en el ciclismo la carrera no se para cuando un ciclista cae por lo que no queda otra que obviar el dolor provocado por la misma y continuar dando pedales lo antes posible.
De hecho, tan arraigada esta esta filosofía de continuar a toda costa, que hace un par de años tuvo que ser la propia UCI la que estableciera un protocolo de chequeo tras las caídas para comprobar que el ciclista no había sufrido una conmoción cerebral con la misma. Un protocolo con el que los jueces árbitro tienen la potestad de retirar al ciclista sin darle opción a que pueda seguir en unas condiciones que le pondrían en peligro.
Incluso, entre los propios equipos esta filosofía de siempre seguir en carrera va cambiando poco a poco y se va sustituyendo por la de que si un ciclista se ha caído va a poder aportar poco al trabajo del equipo y es preferible que este abandone la carrera para evitar daños mayores y recupere de sus heridas para volver en plenas facultades lo antes posible. Un cambio de paradigma que si bien resta cierta épica a un deporte que ha forjado su fama alrededor de la misma, resulta a la larga más rentable a los equipos que pueden tener a sus efectivos en las mejores condiciones para rendir al máximo.