La UCI anuncia su plan antidopaje para el Tour de Francia 2025
Durante el Tour de Francia 2025 que comienza el próximo sábado 5 de julio, la UCI llevará a cabo un enorme despliegue de medios en materia antidopaje dirigidos por la Agencia Internacional de Controles a fin de preservar la integridad del ciclismo en la prueba más importante de este deporte. Unas medidas que también alcanza a la vigilancia contra el fraude tecnológico cuyos chequeos se verán también mejorados.
Enorme despliegue de la UCI para asegurar un Tour de Francia 2025 libre de doping
Más de 40 agentes de la Agencia Internacional de Controles (ITA), unas 350 pruebas fuera de competición durante el mes previo al inicio del Tour de Francia, más de 600 análisis a lo largo de la carrera que serán almacenadas durante 10 años ante la posible aparición de nuevos métodos de detección y sustancias prohibidas. Son los números con los que la Unión Ciclista Internacional ha presentado su plan antidopaje de cara a la edición 2025 del Tour de Francia que comienza dentro de apenas unos días.
Una estrategia de vigilancia que no se basa únicamente en dedicar más medios sino también en aplicar estos medios de una forma más inteligente, valorando factores como la evolución del rendimiento de los ciclistas o la información recopilada por el departamento de inteligencia de la Agencia Mundial de Controles a fin de cerrar lo máximo posible el cerco a los tramposos.
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Unas labores de control en las que la ITA contará con la estrecha colaboración de la Agencia Francesa Antidopaje que ayudará tanto con intercambio de información como cediendo personal para la realización y seguimiento de los controles.
Desde el año pasado, la ITA, organismo en el que la UCI delegó la lucha antidopaje en el año 2021, ha venido reforzando los recursos humanos dedicados a la realización de controles y almacenamiento de muestras de las cuales han sido reanalizadas 490 de ellas, consideradas como “de riesgo” aunque, finalmente, todas ellas resultaron negativas. En cualquier caso, la ITA está desarrollando una nueva herramienta de monitorización en la que se incluyen los datos de potencia de los ciclistas en competición para así poder detectar con mayor facilidad rendimientos sospechosos que les permitan orientar las pruebas hacia los posibles tramposos.
Tampoco se deja de lado la lucha contra el fraude tecnológico y, pese a no haber encontrado nunca motores ocultos en las competiciones de carretera, la UCI mantiene sus continuos controles por el efecto disuasorio que estos suponen.
De esta forma, antes de cada etapa los técnicos de la UCI revisarán las bicis en los autobuses de los equipos mediante tablets magnéticas, durante el desarrollo de las mismas se mirará con lupa cada cambio de bici a fin de detectar cambios sospechosos y, al finalizar la misma, se realizará un control exhaustivo de la bici del ganador, de la de los líderes de las distintas clasificaciones, de aquellas que se hayan determinado como sospechosas durante el desarrollo de la etapa así como de varios ciclistas al azar. Unos controles que se realizan mediante radiografías de las bicicletas.