Por qué cuesta tanto arrancar tras una pequeña parada en la ruta ¿cómo evitarlo?
La típica parada para tomar el café a mitad de ruta supone a menudo un peaje en forma de dolor de piernas cuando retomamos la marcha. La fisiología acude para explicar por qué a la mayorías nos asaltan unas sensaciones pésimas cuando volvemos a pedalear, aunque la parada haya sido corta.
Cómo evitar las piernas pesadas tras la parada del café
La parada a mitad de ruta, especialmente durante el otoño y el invierno cuando los entrenamientos se centran más en largos rodajes en compañía son uno de los pilares de aspecto social del ciclismo.
Prácticamente todas las grupetas cuentan con su pequeño santuario por el que pasan sus rutas habituales y en el que se comparte un pequeño rato de recuperación y entre agradable conversación.
RECOMENDADO
Van der Poel tras ganar el Mundial: "No hice lo que todos esperaban”
Conoce tu talla de bicicleta en 1 minuto: fórmula y tablas
Cuánto dinero en premios reparte La Vuelta a España 2024
¿Por qué las bicis son tan caras como una moto o un coche?
Potenciómetro de biela vs pedales ¿cuál es mejor?
3 entrenamientos de una hora para mejorar velocidad, fuerza y resistencia
Sin embargo, cuando volvemos a arrancar, prácticamente todos los ciclistas coinciden con que los primeros kilómetros son un auténtico suplicio: pesadez de piernas, dolor muscular, falta de tono… son sensaciones comunes que nos aquejan, incluso no es raro encontrar en las grupetas a aquellos que prefieren evitarse la parada y continúan ruta al margen del grupo.
La explicación fisiológica
Las razones de estas sensaciones son varias. En primer lugar, cuando la parada tiene cierta duración el organismo regresa al estado de reposo, esto hace que iniciar el ejercicio de nuevo requeriría un pequeño proceso de calentamiento similar al que hacemos al iniciar la ruta, donde los primeros kilómetros, aunque sólo sea para salir de la ciudad o acudir al punto de encuentro, sirvan para que el cuerpo se vaya activando.
Durante los primeros minutos del ejercicio, cuando los músculos comienzan a demandar más oxígeno, aunque la intensidad sea baja nuestro organismo trabaja de forma anaeróbica hasta que se consigue oxigenar todos los músculos de forma adecuada. Este tipo de funcionamiento hace que los músculos generen ácido láctico de la misma forma que si realizáramos un esfuerzo intenso, con el mismo efecto en forma de dolor de piernas.
A esto se le une que durante la parada lo más habitual es acompañar el café con un bollo, una tostada o trozo de tarta, lo que se estile en cada zona, que aumentan de golpe los niveles de glucosa en sangre. Al arrancar de golpe, y trabajar los músculos de forma anaeróbica el combustible elegido es esa glucosa de la sangre cuya concentración desciende rápidamente causándonos un efecto similar, aunque en menor medida, al de la temida pájara. Hasta que no se estabilizan los niveles de glucosa y se comienzan a movilizar las reservas de grasa no terminan esas malas sensaciones que nos acompañan en el arranque.
Cómo reducir la pesadez de piernas tras la parada del café
Tras lo explicado en los párrafos anteriores seguro que vosotros mismos habéis deducido la respuesta correcta: tomándonos las cosas con calma los primeros kilómetros, a modo de pequeño calentamiento. Sin embargo, no suele ser lo habitual, incluso sabemos de grupetas en las que se arranca tras un cierto tiempo y allí no se espera a nadie. Si te retrasas yendo al servicio o pagando te va a tocar apretar a tope a balón parado para enlazar.
También puede ayudar a recuperar y estabilizar el bajón de glucosa en sangre que se produce en los primeros momentos el tomar un gel u otro aporte de carbohidratos una vez que hemos arrancado, pese a que contásemos con lo ingerido durante la parada.
Por supuesto, la duración de la parada es clave para que al organismo le suponga arrancar de cero como si saliéramos de casa por la mañana, o aún se encuentre razonablemente activo para que apenas note los efectos de haber parado.
En muchas grupetas se para más de media hora, incluso conocemos casos de grupetas cuya parada es un auténtico almuerzo de mesa y mantel, tras el cual, no se sale precisamente tranquilo sino que es precisamente cuando comienza el auténtico zafarrancho de la ruta.
Por suerte, las malas sensaciones habitualmente sólo duran un pequeño rato tras el cual, el organismo vuelve a estar plenamente en funcionamiento permitiéndonos rendir como estamos acostumbrados.