La muerte de Rebellin deja en evidencia el peligro de pedalear en Italia
El fallecimiento tras se atropellado por un camión del ciclista más longevo del pelotón profesional, Davide Rebellin, pone de nuevo sobre la mesa la vulnerabilidad del ciclista en las carreteras, en especial en Italia, país donde el respeto hacia las normas de tráfico en general y hacia los ciclistas en particular resulta desolador.
Davide Rebellin se suma a la negra lista de ciclistas muertos en carretera
Todos nos quedamos consternados cuando durante la tarde de ayer saltaba una de esas noticias que ninguno queremos leer. Davide Rebellin, de 51 años, ciclista profesional durante los últimos 30 años, hasta esta misma temporada en la que por fin decidió poner fin a su carrera, había muerto atropellado mientras entrenaba por los alrededores de la ciudad italiana de Vicenza. Como ocurre tantas veces, fue arrollado por un camión mientras pedaleaba y el causante del atropello se dio a la fuga.
Rápidamente nos vino a la cabeza el atropello en el año 2017 de Michele Scarponi, en este caso, arrollado por una furgoneta que se saltó un cruce en el que debía de ceder el paso.
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Italia es uno de los países del mundo en el que el ciclismo se vive con más pasión. Las etapas del Giro de Italia son seguidas con devoción y sus periódicos siempre encuentran hueco para hablar de este deporte. Aparte, cuenta con algunos de los recorridos más bellos del mundo: Alpes, Dolomitas, Toscana, Sicilia, Lombardía, Veneto… son sólo algunos de sus paraísos para recorrer en bici, lugares que son aprovechados los el sinfín de pruebas Gran Fondo, que cuentan con participaciones multitudinarias.
Pero otra cosa bien distinta es pedalear por sus carreteras. Nosotros lo hemos hecho en innumerables ocasiones, sin ir más lejos, hace unos meses durante la presentación de la nueva Scott Foil RC por los alrededores de Lago d’Iseo y, como resulta habitual por esas tierras, nos tocó sufrir, además de los constantes adelantamientos a centímetros de nuestro manillar, un encontronazo con un conductor que, tras recriminarle un mal adelantamiento frenó en seco delante de nuestras narices. Benditos frenos de disco.
Para poneros en contexto, una buena comparación con la forma de conducir en aquel país sería comparable a la que se vivía en España hace 20 o 30 años, cuando no era extraño que a un conductor se le aplaudiera en un grupo de amigos que hubiera tardado un tiempo increíblemente reducido en hacer un trayecto o no estuviera socialmente reprobado el subirse al coche después de una noche de fiesta bebiendo alcohol.
Ni que decir que por aquel entonces, en nuestro país los ciclistas eran visto como un mero estorbo en la carretera sobre los que no se tenía el más mínimo respeto, aparte que eran muchos menos que ahora los que se aventuraban a practicar el ciclismo de carretera.
En España también hemos sufrido esa plaga con el fallecimiento de varios ciclistas profesionales como el del recordado Antonio Martín, en el año 1994, al ser golpeado en la cabeza por el retrovisor de un camión que pasó demasiado cerca; el atropello de los hermanos Ricardo y Javier Otxoa, en 2001, que fueron arrollados por un coche en una carretera recta con perfecta visibilidad en un día soleado; o el del que fuera una de las máximas figuras que ha dado el Mountain Bike nacional, Iñaki Lejarreta en 2012, atropellado por un conductor que terminaba de trabajar después de toda la noche y tomaba un medicamento de esos que indican que no se debe de conducir.
Casos sonados que hicieron a las autoridades ponerse las pilas e impulsar reformas legales destinadas a lograr un mayor respeto hacia el ciclista en las carreras.
Baste como detalle mencionar que las leyes italianas ni siquiera contemplan que los conductores deban de guardar una distancia mínima al adelantar a ciclistas, de hecho, tras la muerte de Scarponi, desde la Asociación de Corredores Ciclistas Profesionales Italianos se comenzó a impulsar un cambio en la legislación para incluir la obligación de guardar 1,5 m de separación a la hora de adelantar.
España, paraíso ciclistas
Pero, ¿cómo es la situación de las bicis en nuestro país? A menudo vemos en televisión o en otros medios, sobre todo cuando son casos más o menos sonados como el de hace unos años de una conductora que arrollo a una grupeta de ciclistas en las carreteras de Gandía o el caso del ciclista atropellado en la localidad madrileña de Torrejon de la Calzada, cuyo conductor se dio a la fuga y la ridícula sentencia fue el detonante para que su mujer, Anna González impulsara una recogida de firmas con el lema #porunaleyjusta que llegó hasta el mismo Congreso de los Diputados logrando una reforma del Código Penal que pasaba a considerar delitos los atropellos en los que el ciclista fallecía.
Sin embargo, pese a la alarma que pueden generar estos casos, si hacemos caso a las cifras de fallecidos en carretera podemos considerar que España es un país seguro para montar en bici, sobre todo si tenemos en cuenta el tremendo aumento del número de ciclistas que salen a las carreteras en los últimos años.
Según fuentes oficiales, en España en 2021, último año con datos consolidados mientras esperamos las cifras de este que está a punto de concluir, murieron 31 ciclistas, cifra que incluye tanto los accidentes en carretera como en ciudad. Una cifra que mantiene una tendencia descendente en los últimos años desde los 78 fallecidos del año 2017.
En Italia, con en torno a 12 millones de habitantes más que España, en el año 2021, murieron en sus carreteras 229 ciclistas y, lo peor de todo, es que se trata de una cifra que se mantiene estable en los últimos años, salvo el bajón asociado a la pandemia, y que en el año 2016 registró un pico de 275 muertos.
No es mucho mejor la situación en otros países de nuestro entorno como Francia, que acumuló en 2020 174 ciclistas muertos, también una cifra que se mantiene estable, o los siempre glorificados Países Bajos cuyas extensas redes de carriles bici perfectamente conectados no pudieron garantizar la seguridad de los 207 ciclistas que murieron en el año 2021.
Medidas que en España consideramos como normales desde hace ya muchos años como la obligación de mantener 1,5 m al adelantar, endurecida en la última reforma con el añadido de tener que ocupar parte o la totalidad del carril contrario al realizar la maniobra; o el poder circular en paralelo, lo que proporciona mayor visibilidad al ciclista, aparte de las campañas más o menos acertadas por parte de la DGT han ido creando una sensación general de respeto pese a que, con el altavoz de las redes sociales, siempre aparezcan cuñados que desde el desconocimiento o el egoísmo, carguen sus tintas contra el ciclista.
¿Es la situación ideal?
Evidentemente, aunque en España disfrutemos de una situación envidiable para la bicicleta de carretera respecto a los países de nuestro entorno, 31 ciclista que ya no podrán continuar con sus vidas sigue siendo una cifra excesiva y hay que continuar trabajando en hacer la circulación del ciclista cada vez más segura.
Más allá de las campañas de concienciación, el futuro pasa por apostar por la formación teórica y práctica en materia de seguridad vial desde los colegios. Por supuesto, el fomento de la bici como medio de transporte, más allá del deporte, también debe de ser algo positivo a la hora de normalizar la presencia de la bicicleta en nuestras carreteras y ciudades, dotando a esta de la misma legitimidad de uso que pueda tener cualquier otro vehículo que circule por las carreteras.
No son pocos los que hablan de la necesidad de la implantación de una red ciclista pero, en nuestra opinión, sería una medida contraproducente, no sólo por sus diseños a menudo difíciles de encajar y que en muchos casos suponen que no sean usados por el ciclista de carretera, generando la ira de los conductores, sino también por la deslegitimación de la bici como vehículo de pleno derecho que su presencia supone.
También sería deseable una mayor vigilancia en el cumplimiento de las normas que atañen a los ciclistas ya que, aunque cada vez son más los que adelantan correctamente, aún continúan siendo muchos los que lo hacen sin guardar la mínima distancia, viéndose el propio ciclista a ejercer de policia mediante el uso de cámara de acción si se quieren denunciar estas actitudes.
En cualquier caso, se trata de un proceso constante en el que se trata de consolidar los derechos que disfrutamos los ciclistas de este país e ir mejorando poco a poco para evitar que disfrutar de una agradable mañana, practicando el deporte que nos apasiona, no se convierta en una actividad de riesgo.