Botas de compresión: por qué no tardarás en tener unas
Todos sabemos que la recuperación es una fase prácticamente igual de importante que el entrenamiento. Pero, aparte de técnicas como el cool down, los contrastes de agua, o de ciertas bebidas y alimentos, hasta hace unos pocos años no existía nada que nos ayudase a acelerar el proceso. Las botas de compresión están cambiando las cosas. Unos dispositivos que están trayendo una especie de ‘revolución silenciosa’ al ciclismo.
Cómo funcionan las botas de compresión
Lo primero: las botas no son lo mismo que los calcetines de compresión, y ni siquiera tienen mucho que ver, excepto por la función que cumplen. Es decir, sí, ambos sirven para acelerar el ritmo con que nuestro cuerpo elimina los desechos metabólicos que se acumulan en las células de las piernas.
Al estar éstas lejos del corazón y por debajo de él, se trata de una operación que nos cuesta mucho, tanto en términos de tiempo como de recursos. Por lo que nunca está de más que nos echen una mano.
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Pero, mientras que los calcetines ejercen una presión constante en la parte baja que se va relajando progresivamente, las botas usan la compresión neumática intermitente. Es decir, unos son pasivos, mientras que las otras actúan de manera activa. Y es por esta complejidad técnica que, hasta hace relativamente poco, se utilizaban casi exclusivamente en centros médicos. En concreto, como tratamiento contra la trombosis.
Sin embargo, en los últimos años se han impuesto como un complemento imprescindible en la rutina de muchos atletas y ciclistas. Al igual que otros dispositivos que se han puesto de moda recientemente, como las pistolas de masaje muscular.
De hecho, quienes prueban por primera vez las botas de recuperación (como también se las conoce) suelen contar que la sensación es muy similar a la de recibir un masaje. Y varios estudios, como este publicado en el Journal of Applied Physiology, ya indican que, efectivamente, contribuyen a mejorar la circulación sanguínea, a reducir los niveles de ácido láctico y a rebajar el dolor muscular.
Si los profesionales tienen a un masajista a su disposición después de cada jornada de competición, esta sería la manera en que el resto de los mortales podemos acercarnos a esos niveles, sin dejarnos una fortuna.
Las mejores marcas y modelos
Esto no quiere decir que estas botas sean precisamente económicas, aunque sus precios han bajado mucho en los últimos tiempos, y seguramente sigan haciéndolo.
Entre las más conocidas, encontramos por ejemplo las Ayre de Compex. Son inalámbricas (lo que las hace ideales para transportar), cuentan con 4 cámaras de aire y su batería dura unas 3 horas. ¿Y cuánto te costarán? Exactamente 649,99 euros, en su propia web.
Una firma que se dedica en exclusiva a ellas es la alemana Reboots. En su gama hay dos modelos: One (desde 699 euros), para uso en casa, con 8 cámaras de aire; y Go (desde 899 euros), con 6 cámaras y una batería recargable para llevar de viaje. El equipo español Caja Rural-Seguros RGA incluso tiene entre sus patrocinadores a otra marca europea: Aerify, cuyo sistema de 8 cámaras parte desde los 699 euros.
Y, en la parte alta de precios, encontramos a Normatec. El pack con su unidad de control 2.0 (también portátil y controlable desde el móvil) y dos botas de 5 cámaras cada una, alcanza los 929 euros.
Vistos sus amplios beneficios y que la inversión que suponen cada vez es más razonable, a nadie sorprendería que, dentro de unos pocos años, se hayan hecho un hueco en las casas de la mayoría de aficionados a las dos ruedas.
Artículo escrito por Iván Fombella.